domingo, 13 de noviembre de 2016

Crítica de la razón tableteada (y 3)

   He sido demasiado ingenuo. Decía que las nuevas tecnologías condicionan deliberadamente nuestro modo de escribir. Es mentira, su objetivo no es condicionar nuestro modo de escribir, su objetivo declarado es que no escribamos. Nadie espera que lo hagamos en una tablet. El dispositivo está hecho para que tomemos imágenes o, mejor aún, para que reproduzcamos imágenes, para que continuemos la infinita cadena de su (re)transmisión sin abrir la boca o, a lo sumo, balbuceando algo. Somos libres de elegir entre unas imágenes u otras, pero no para expresar lo que pensamos acerca de ellas. Inténtelo, intente escribir algo medianamente profundo, una reflexión serena, un tratado, con el endiablado teclado en pantalla de una tablet o, aún mejor, con uno de esos teclados que proporciona Apple como funda. Descubrirá que unos y otros han sido diseñados para seres irracionales, es decir, para niños o, al menos, para quienes tengan manitas del mismo tamaño que ellos. El esfuerzo para no pulsar varias teclas a la vez, hará que cese pronto su actividad, que se rinda al predictor, sin llegar a la mitad de páginas de una Crítica de la razón pura, aunque, eso sí, teniendo ya la misma chepa que Kant. 
   Pero si Ud. pretende anular por completo la capacidad crítica, cercenar la divergencia, enmudecer los posibles discursos alternativos, existe una herramienta aún mejor, que lo consigue sin que nadie llegue siquiera a sospechar de sus intenciones manipulativas, se llama PowerPoint y no por casualidad se ha convertido en algo tan popular que cualquier imberbe lo maneja con la habilidad de un experto. El truco resulta extremadamente simple. Para empezar, se condena a la pretendida audiencia a la triste condición de los prisioneros en la caverna de Platón. Se apagan las luces para que no quede más claridad que la que emite la pantalla en la que se proyectarán las sombras, las paupérrimas copias de la realidad que los prisioneros no tendrán más remedio que aceptar como el mundo verdadero pues en la oscuridad a la que se hallan sometidos difícilmente podrán consultar ningún dato o informe que contradiga lo que ven. 
   Por supuesto, nada de argumentaciones, nada de soportar las propias ideas con datos, nada de aportar contrastaciones. “En presentaciones, cuanto menos texto y más imágenes, mejor”, aconseja Gonzalo Alvarez Marañón, “asesor y entrenador de comunicación de altos directivos y lideres empresariales”, que dirige un blog llamado “El arte de presentar” y que, con los mismos méritos, podría llamarse “El arte de no pensar”. Exponer críticamente las ideas de cierto autor “recarga las mentes de forma innecesaria”, mejor se presenta una fotografía del autor en cuestión y se comenta poco o nada de lo más tópico de sus ideas. “El arte de presentar” consiste en simplificar, pero no en simplificar para que la información compleja se haga asimilable, simplificar para que no exista información alguna que asimilar pues “la gente no quiere que le informen, quieren que le entretengan”, asevera nuestro ínclito experto. Se trata de eso, de divertir, de entretener, de pasar el rato haciendo creer que se ha aprendido algo. PowerPoint es exactamente lo contrario de un instrumento revolucionario, “debería usarse sólo para transmitir información, no para inspirar o motivar a la gente”.  Difícilmente se puede conseguir desmotivar más a las personas que leyéndoles lo que ellos ya pueden leer por sí mismos. Así se consigue un doble objetivo. Por una parte, la sobrelectura conseguirá una especie de hipnosis en la que lo leído suena a algo que “ya se había escuchado antes” (de hecho, se está escuchando en ese momento) y que, por tanto, tiene que ser verdad. Por otra parte, a fuerza de repetirlo, puede lograrse que los individuos no deseen leer a solas, acto extremadamente peligroso del que han nacido todas las subversiones. Todavía mejor, si Ud. tiene que dar cuatro conferencias en un mes, no necesita redactar cuatro textos diferentes, basta con que encuentre cuatro modos distintos de ordenar una presentación, cuatro fondos de pantalla distintos, cuatro ritmos distintos y cualquiera que haya asistido a sus cuatro ponencias jurará que Ud. trató también cuatro temas distintos. De este modo, todos los discursos se reducen al discurso único de la imagen que, como todos sabemos, consiste en el mutismo. Porque, en efecto, ¿cuántas cosas se pueden decir acerca del Guernica? Pero, ¿cuántas imágenes distintas se pueden presentar de él? Para PowerPoint, la Crítica de la razón pura es la portada de un libro, El Quijote un viejo con barbas sobre un caballo escuálido y la teoría de la relatividad un tipo canoso y mal peinado sacando la lengua. Al final gracias a las nuevas tecnologías, gracias a su sólida implantación en toda forma de transmisión del saber, nuestro espíritu ha acabado alimentándose del mismo pan con que se alimenta nuestro estómago, un pan en el que la cascarria va por una parte y la miga por otro, aunque, como ya no estamos acostumbrados a ella, la tiramos a la basura.

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