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domingo, 1 de febrero de 2015

Apertura griega

   Poco a poco, el partido gobernante en Grecia, Syriza, va demostrando que lo pregonado durante la campaña no era el habitual programa electoral que se arroja al cubo de la basura al día siguiente, sino un auténtico programa de gobierno. Teniendo en cuenta que acaban de ganar las elecciones podían haber mirado para otra parte mientras tratan de averiguar qué hay en los cajones de los respectivos ministerios. Sin embargo, ha rechazado el nuevo paquete de sanciones contra Rusia, ha otorgado el honor de la primera recepción oficial, que tradicionalmente correspondía al embajador norteamericano, a su homólogo ruso y, para terminar la semanita, le han largado a la delegación conjunta de la Comisión Europea, el BCE y el FMI, que no están dispuestos a hablar con ellos, aunque sí con las instituciones a las que representa. El objetivo parece consistir en renegociar los términos del plan de rescate. 
   Dudo mucho que los miembros del actual gobierno ignoren la magnitud del reto que supone tal objetivo. Yanis Varufakis, ministro de finanazas, por ejemplo, es autor de un libro de referencia sobre teoría de juegos aplicada a la economía y un firme defensor de la idea de que los flujos económicos en un mercado libre no tienen por qué tender hacia el equilibrio. De lo que ya no estoy tan seguro es de si ha llegado a ser consciente de las consecuencias últimas de tal afirmación. Porque negar que el capitalismo tienda a un equilibrio, además de ser una obviedad, implica tirar por la borda los fundamentos de toda la teoría económica tal y como la conocemos. De hecho, la única manera de racionalizar entonces los flujos económicos es tomarlos conjuntamente con su ambiente o, en jerga, con su Umwelt. Dicho de otro modo, para comprender cómo funciona un mercado hay que tomar en consideración las cantidades monetarias que van de un lado para otro, junto con los cambios ecológicos que producen y el coste social que comportan. Ciertamente, es el único camino para hacer de la economía algo más que ideología con una pátina matemática. Este tipo de planteamientos presenta, eso sí, el inconveniente de que, tras cuarenta años, ha proporcionado un sin fin de estudios empíricos, pero ningún modelo general capaz de proporcionar guías de actuación para casos tan complejos como la deuda externa de un país. Tampoco hay que entender esto como una crítica. Cuando Roosevelt lanzó el New Deal, el keynesianismo era poco más que una nebulosa de ideas. Por otra parte, la economía clásica ha sido capaz de engendrar todo tipo de modelos que proporcionan guías muy eficaces de actuación cuando todo va bien, pero que conducen al abismo en cuanto aparece la menor crisis, ella misma siempre impredecible. En resumen, los griegos tenían que elegir entre las ortodoxas soluciones que conducen al desastre o las nuevas ideas de su ministro de finanzas que nadie sabe a donde conducen. No es de extrañar el resultado de su elección.
   Por otra parte, el pulso llega en un momento en que ha quedado claro que la austeridad rigurosa que Frau Merkel recetó para el enfermo europeo acabará por matarlo. Hasta el BCE se ha atrevido a contravenir sus deseos. Pero, claro, estamos hablando de políticos. Un político jamás se equivoca y si lo hace da igual, porque persevera en su error, aunque eso conduzca a una situación en la que todo el mundo pierde. Recordemos que si los tramos de ayuda pactados no llegan a Atenas, el Estado griego no podrá afrontar los sucesivos vencimientos de su deuda y que si se hace efectiva dicha suspensión de pagos, los primeros en irse por el desagüe van a ser los tenedores de la misma, es decir, entre otros, los bancos alemanes. Por eso es probable que Berlín se saque de la manga un as antes del vencimiento de la deuda, un as llamado Turquía.
   La rivalidad entre griegos y turcos procede de la época en que éstos formaban parte del imperio persa. Son los dos únicos países a punto de enfrascarse en una guerra pese a pertenecer ambos a la OTAN. Los turcos hace meses que olieron sangre y están maniobrando. Para Erdogan y los suyos la entrada en la Unión Europea no es ningún leitmotiv, pero si se la ofrecen a buen precio y a cambio de una humillación para los griegos no la van a rechazar. Por eso han arrastrado a las facciones clave de un bando del conflicto libio a Ginebra para que firmaran el acuerdo de formación de un gobierno de unidad en el que tan interesado están los europeos. Libia es, en efecto, una perita en dulce, un país necesitado de reconstrucción con abundante petróleo para pagarla y con presencia de empresas europeas sobre el terreno. Al fin los turcos tienen algo que Europa quiere. Casualmente, además, los primeros choques del nuevo gobierno griego con sus socios europeos, han coincidido con una gira por el viejo continente del negociador turco para la adhesión. 
   La partida que el gobierno griego ha abierto es de largo alcance y con un resultado menos previsible de lo que parece. Habrá que ver, en efecto, si los votantes de Syriza, que tan dispuestos están a salirse del euro si hace falta, también están dispuestos a ver su plaza ocupada por los turcos. Habrá que ver si el acercamiento de Grecia a Rusia es una estrategia decidida o la moneda de cambio que se va a poner sobre la mesa para renegociar la deuda. Lo segundo, desde luego, es brillante; lo primero, una estupidez. Rusia, con los actuales precios del petróleo y enfrascada en la guerra de Ucrania, difícilmente va a estar en condiciones de prestar ayuda duradera a nadie. Habrá que ver cuántos aliados consigue reclutar Grecia pues si el desafío griego logra despertar la simpatía de los ciudadanos, el gobierno de Hollande, que vuelve a tener constantes vitales en las encuestas tras los atentados de París, podría apoyar sus reclamaciones. Habrá que ver, finalmente, cómo se toma EEUU todo este asunto. De su actitud dependerá, en buena medida, la del FMI y, cuestión también de cierta relevancia, la unidad de acción con Berlín para conseguir un gobierno de concentración nacional entre PP y PSOE en España que cierre el paso a esa formación política desde la que tanto se está aludiendo como modelo a Syriza.

domingo, 25 de enero de 2015

Cuando todo son buenas noticias

   El pasado jueves 22 de enero, me quedé estupefacto al ver la portada de la edición electrónica de El País. En ella podían leerse las siguientes noticias:
   1ª) El año 2014 terminó con una disminución en 477.900 personas del número de parados, dejando la tasa de paro en un 23,7% de la población activa. Desde hace más de siete años, la tasa de paro no ha hecho otra cosa que escalar hasta cotas insoportables por cualquier país decente. Por si fuera poco, uno de los sectores en que disminuyó significativamente el paro fue en la construcción, motor de la economía de este país en las últimas décadas. Pese a que la bolsa de parados sigue siendo astronómica y es poco probable que la mayoría de ellos encuentre trabajo en los próximos doce meses, sin duda, estamos ante una noticia positiva.
   2ª) El turismo rompe todos los récords históricos con casi 65 millones de turistas. Junto con la construcción, el otro sector tradicional de crecimiento de nuestra economía siempre ha sido el turismo. Nuestro modelo productivo es el sol, la playa y los hoteles desde hace más de cincuenta años y todo el tiempo transcurrido, toda la modernización de la que, se supone, hemos sido objeto y todas las proclamas de los sucesivos gobiernos no han cambiado eso. Vamos camino de un ciclo de crecimiento basado en otra burbuja inmobiliaria, que explotará en diez o quince años para volver a donde estamos ahora mismo. No obstante, la llegada de turistas es una buena noticia desde los tiempos de Franco.
   3ª) El Banco Central Europeo va a comprar títulos de deuda pública de los países con problemas. Super Mario Draghi, al fin, se ha salido con la suya y va a poner en práctica una medida que, de haberse llevado a cabo en 2007, le habría ahorrado a Europa la brutal cura de adelgazamiento a la que se ha sometido. Los alemanes están que trinan. Merkel y los suyos siguen empeñados en que nos sobran michelines. El gobierno alemán cree que los países del sur de Europa siguen necesitando cambios estructurales y teme que con esta medida dejen de hacer los deberes que les pusieron desde Berlín. Dicho de otro modo, el harakiri que Europa se ha efectuado, este largo rajarse la barriga y ver cómo salen por ella la sangre y las vísceras económicas de los europeos, se ha debido, no a razones objetivas, sino a las creencias y temores del gobierno alemán. Después, si otros, algo más fanáticos pero no menos tontos, acribillan a inocentes en base a sus creencias, nos rasgamos nuestras vestimentas de europeos racionales y buscamos explicaciones en lo que pueda o no poner en cierto libro sagrado. Ni las creencias ni el miedo, como ya hemos explicado repetidamente, son buenos consejeros, suponiendo, claro está, que uno quiera llegar a la verdad, el bien o la felicidad. Por tanto, es un buena noticia que Super Mario haya logrado su objetivo y marchemos a pasos agigantados hacia los eurobonos.
   4ª) El gobierno estudia medidas para presionar a la baja el precio de los combustibles. El objetivo parece estar en torno a un euro el litro de gasolina/gasoil. Ciertamente, no hay buena noticia para la economía que no sea mala para la ecología y, por otra parte, o yo he cambiado mi estilo de conducción, o mi coche tiene un problema, o el combustible que nos están sirviendo últimamente es de calidad inferior al que nos servían antes del desplome de su precio. En cualquier caso, la situación de todos sería mucho peor si a nuestras cuitas hubiésemos de añadir un petróleo por la nubes.
   Ahora podrán entender mi estupefacción: cuatro buenas noticias en la portada de un periódico el mismo día. ¿Cuándo antes había ocurrido esto? La verdad es que no tengo memoria de semejante evento. Sin duda, es una casualidad bastante notoria. O puede que no fuese ninguna causalidad. Ahora que el bipartidismo parece amenazado en nuestro país, PP y PSOE han descubierto lo que todos sabíamos, es decir, que es mucho más lo que los une que lo que los separa. Las antaño duras críticas al gobierno que prodigaban las páginas de El País se han convertido en editoriales comprensivos con su actuación y la propia noticia de la disminución del paro fue voceada por este diario, cercano a los socialistas, sin el menor atisbo de duda acerca de cuáles eran las cifras reales. Las críticas que en sus páginas se puedan encontrar, no van dirigidas contra el gobierno, sino contra quienes parece que ya gobiernan de facto. No deja de ser sorprendente este frente común que han formado nuestros políticos. ¿Será también casualidad?

domingo, 7 de septiembre de 2014

Métodos de riego

   Lo malo del regreso de las vacaciones es que los políticos también regresan a la actividad (es un decir). Este año, antes de que ninguno haya podido tener el primer ocurrendo, ha entrado en escena nuestro heroico Super Mario Draghi para anunciar lo que a nadie se le puede estar escapando: que tras la brutal poda de la crisis, el arbusto de la economía crece débil y paliducho. Para vitaminarlo y mineralizarlo, Super Mario trae bajo el brazo una caja de herramientas. Hay quienes argumentan que son medidas tibias y cobardes. Por el contrario, yo pienso que Super Mario ha demostrado toda su valentía. La caja de herramientas que está dispuesto a abrir, está asentada en “una mayoría confortable”. Dicho de otro modo, las ha sacado adelante en contra de la opinión de quienes tienen que dar el visto bueno para que continúe en el cargo (léase, los alemanes). Básicamente se trata de comprar títulos y bonos respaldados por la deuda privada en manos de los bancos. En definitiva, se trata de regar de dinero a los bancos a la vez que se penaliza su posibilidad de mantener ese dinero “congelado”. La esperanza es que comiencen a prestar dinero de una vez. El trasfondo de estas decisiones merece la pena ser analizado.
   En primer lugar, tenemos, de nuevo, al lobo de la deflación asomando las orejas. Como ya dijimos en otra entrada, el capitalismo es inflacionario, necesita de la inflación como un burro necesita de una zanahoria delante de sus ojos para andar. El BCE, que fue creado para controlar la inflación, se encuentra ahora con la paradoja de que tiene que fabricarla. Por supuesto, las mentes cuadriculadas no se las manejan muy bien con las paradojas y ésta es una de las razones para que los alemanes se opongan a cualquier medida en dicha dirección. La otra es que ya lo hicieron en un pasado y ningún político que se precie cambiará nunca de rumbo por mucho que los hechos hayan demostrado que va camino del precipicio. Pero hay una último motivo en esta actitud alemana que no es tan pueril. Hace ya tiempo que se vienen cuestionando los instrumentos que miden la masa monetaria en circulación en Europa. Echar dinero en un mercado cuya masa monetaria no se conoce con exactitud es una medida mucho más arriesgada de lo que la prudencia (alemana) puede aconsejar.
   Un segundo aspecto a considerar es que estas medidas vienen a producirse unos años después de que las adoptaran Japón, EEUU y Reino Unido. Hay quienes ven en semejante retraso, pruebas de la inoperatividad de las instituciones europeas. Yo más bien creo que es una muestra de sensatez... si se sacan las lecciones oportunas de lo que ha ocurrido en estos países. Porque lo que ha ocurrido es que, tras unos meses de cierta euforia el enfermo vuelve a tener constantes vitales planas. ¿Por qué? Supongamos que las medidas de Super Mario consiguen, al fin, despertar el ansia de los bancos por prestar dinero. Supongamos que hay un empleado de banca en una mesa esperando ansiosamente que alguien se siente ante él para darle un préstamo. Supongamos que un joven emprendedor se sienta, en efecto, allí, con el deseo de conseguir dicho préstamo. Supongamos, finalmente, que dicho joven emprendedor es, por ejemplo, promotor inmobiliario. Quiere construir casas. El empleado, sin hacer muchas preguntas, comenzará a rellenar mecánicamente las casillas del formulario para dar el préstamo. En una de ellas pondrá: plan de negocio. “¿Plan de negocio?” preguntará al joven emprendedor. “¿Plan de negocio?” responderá éste. “Sí, ¿a quién le va a vender las casas? ¿cómo? ¿en qué plazo?” ¿Qué puede responder el joven emprendedor? ¿a quién le va a vender las casas? ¿a los parados? ¿a quienes ya tienen una hipoteca que se les come más de la mitad de su sueldo?
   La idea de Draghi es que si se les facilita dinero a los bancos, éstos se lo prestarán a sus mejores clientes, los cuales generarán empleo, trabajo y, por fin, la recuperación económica. En resumen, es la vieja idea neoconservadora, tantas veces refutada ya, de que lo mejor para la economía es que los ricos tengan cada vez más dinero. Lo cierto es que si la mayoría de los ciudadanos carece de poder adquisitivo, ningún cliente de un banco, por muy rico que sea, podrá vender nada y si su banco tiene la más mínima sospecha de que ésta es la situación, ni locos le prestarán dinero, más bien se lo quedarán para aprovisionar el aumento de la morosidad. Cuando, en ciertos momentos de la historia, los Estados han recurrido a la máquina de hacer billetes, la inflación se ha desbordado de modo inmediato porque los Estados inyectaban dinero en todos los niveles de la sociedad. Por supuesto, obtenían crédito de los bancos, pero también realizaban ellos mismos obra pública y regaban las clases más pobres con ayudas y subvenciones de todo tipo. Pero si la inyección de dinero se produce únicamente en las  capas más altas de la economía, en los grandes actores, el efecto durará lo que dure la frescura de la tinta en los billetes. Super Mario, como sus antagonistas alemanes, como la mayor parte de los economistas que ejercen influencia sobre los gobiernos, siguen sin querer enterarse de que la recuperación tras una crisis no es un asunto de macroeconomía, sino de microeconomía. Quienes necesitan un estímulo no son los bancos, son las cuentas de cada ciudadano de a pie. Si este problema se solucionara, si se mejorara la capacidad adquisitiva de cada hogar europeo, el otro supuesto problema, el problema financiero, se esfumaría como las tinieblas con la salida del sol.