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domingo, 21 de agosto de 2011

Siria

   Con frecuencia, los países quedan atrapados en su acto fundacional y no son capaces más que de recrearlo una y otra vez bajo diferentes formas. Es el caso de Pakistán y su traumática separación de la India, es el caso de España y la unificación de las coronas de Castilla y Aragón y es caso de Siria y Líbano. Para los sucesivos gobiernos sirios y para una parte de la población libanesa, la frontera que separa a ambos países es, simplemente, un resultado de la frontera que delimitaba los protectorados francés y británico. El panarabismo sirio, sus reyertas con Israel y su intervencionismo en Líbano son tres aspectos de esta fijación. Pero, cuando se plantean de este modo las cuestiones, acaban por no ser nunca unidireccionales y así llegamos a la situación actual.
   Siria es un Estado autoproclamado socialista, con lo que tiene el dudoso honor de ser la primera monarquía republicana y socialista de la historia. Aunque suene raro, existen numerosos ejemplos de esta suerte de oxímoron. Napoleón, por ejemplo, fue emperador de una república y, en tiempos más recientes, Corea del Norte es una monarquía comunista. Otro caso es Grecia, una república parlamentaria con una familia real, los Papandreu que, cada cierto tiempo, heredan el cargo de presidente del PASOK y, a la corta o a la larga, de Primer Ministro. El trono sirio está ocupado por un tipo que es mismamente el príncipe Felipe pero con bigote y expresión mucho más aviesa.
   A raíz de las recientes revoluciones mediterráneas (porque ni en España ni en Israel ha habido muchos árabes en las manifestaciones), una parte de la población siria ha llegado a la conclusión de que ellos también quieren democracia y libertad (por cierto, a los que ya no somos jóvenes, ese grito de "democracia y libertad" nos suena de algo ¿verdad?) Pero Siria no es España, ni Israel, ni Egipto y ni siquiera Libia. Tiene un ejército que durante cuarenta y tantos años se ha estado entrenando, se suponía que para la liberación de los Altos del Golán, pero que ahora está claro para qué lo hacía. Si hemos de creer las noticias que llegan desde el interior del país, ese ejército lleva más de cinco meses disparando contra la población civil y arrasando ciudades. Si hemos de creer a la prensa oficial, está defendiendo a la población de bandas armadas que la masacran, pero que se dejan filmar tan ricamente cuando se acerca la televisión estatal. Juzguen Uds. mismos. Yo suelo creerme muy pocas de las cosas que dice una televisión estatal, sea del país que sea. Alguien que sabe que unidades del ejército van a asaltar su ciudad, que sabe que va a morir en el anonimato, que sabe que después de cinco meses la situación no avanza y que, aún así, está dispuesto a salir a la calle para manifestarse, merece respeto, admiración y apoyo. Respeto, admiración y apoyo que, desde luego, no les están llegando de las muy libres y democráticas sociedades occidentales.
   Las muy libres y democráticas sociedades occidentales están mirando hacia otro lado, como miraron en el caso de Bahrein y como ya habían hecho algo antes en el caso de Tian’anmen. Y es que, ya se sabe, la democracia y la libertad están muy bien para Europa, porque aquí está claro que no van a entrar en conflicto con otra libertad más importante, la del mercado, pero para otros países... Verdaderamente, ¿qué situación más beneficiosa para los intereses occidentales puede esperarse en Siria que la dictadura de este sátrapa? Francia y Estados Unidos parecen haber llegado a un acuerdo tácito con él por el que sus tejemanejes en Líbano se van a hacer ahora bajo una pátina democrática, es decir, cada uno apoyará a sus aliados políticos. Para Israel, los Asad desde la Guerra del Yon Kipur, son una perita en dulce. Mantienen el control de los Altos del Golán, desde los que se domina el camino hacia Damasco sin mayores sobresaltos. Cuando sacan un poco los pies del tiesto, les bombardean una central nuclear y ni rechistan. Es cierto que, de vez en cuando, les azuzan a las milicias de Hezbollah, pero eso está incluso bien si se pueden ocultar escándalos políticos, problemas económicos y crisis sociales con un buen bombardeo del sur del Líbano. A todo ello hay que añadir que, con el actual Asad, ha habido una liberalización económica que a todos ha interesado.
   Este es el punto en el que el intervencionismo sirio en Líbano obtiene su justo reflujo. Para empezar, se rumorea que si los opositores al régimen poseen teléfonos por satélite y acceso a Internet es gracias a poderosos hombres de negocios libaneses con poco apego por Siria. Además, el tipo con la cara del príncipe Felipe estreñido, sigue en el poder porque las clases medias de Siria y una buena parte del ejército (junto con las potencias occidentales), temen que su desaparición conduzca a una libanización de Siria, con partidos encerrados en sus comunidades étnicas y/o religiosas y la constante amenaza de una guerra civil.
   Todos los dictadores juegan con el fantasma de una guerra civil y a todos ellos se los mantiene en el poder porque la democracia no está hecha para... Libia, Egipto, Siria... España. ¿Se acuerdan? Los que ya vamos cumpliendo más años de la cuenta, recordamos que también los gritos pidiendo democracia y libertad en España solían obtener la réplica de que la democracia y la libertad no estaban hechos para los españoles. Los únicos que parecen haber creído en el derecho de cualquier pueblo a la democracia y la libertad han sido los "facinerosos" de Anonymous, que hace ya meses lanzaron un raid contra las páginas web de las embajadas sirias en Europa. Triste destino el de nuestras democracias ciertamente, si los únicos que defienden su exportación a otros países son los que se hallan en el límite de su legalidad. Y si la pregunta es "¿qué puedo hacer yo?" la respuesta es, como siempre, muchas cosas, empezando por aquí.

domingo, 7 de agosto de 2011

"Son puras matemáticas" (1)

   La única razón por la que filosofía no es una ciencia es porque comenzó a plantear la cuestión de su cientificidad antes de que naciera Th. S. Kuhn. Después de su libro La estructura de las revoluciones científicas, una legión de disciplinas han encontrado el camino allanado para subirse al pedestal de la ciencia. La última es el marketing. Con el muy “científico” argumento de que existen paradigmas en marketing y Kuhn dice que los paradigmas son característicos de la ciencia, ha nacido la ciencia de la manipulación mental. La verdad es que los paradigmas nunca han existido más que en la mente de Kuhn. Él nunca fue tan tonto como quienes usan indiscriminadamente el término “paradigma” y acabó por abandonarlo. De todos modos, decir cosas de este tipo acerca de otras disciplinas, es lo que hace dudar de la cientificidad de la filosofía.
   Hubo una época en que ningún rey le cortaba la cabeza a nadie sin consultar con su astrólogo. El astrólogo no es que diera explicaciones muy comprensibles de lo que ocurría, a cambio, siempre conseguía manipular los hechos para que pareciera que él ya había advertido sobre ellos. Un argumento muy parecido al del marketing es lo que llevó a cierto género de astrólogos a convertirse en científicos a los que todo el mundo está deseoso de escuchar. El supuesto argumento dice lo siguiente, dado que la ciencia usa las matemáticas y nosotros también, somos científicos. Así es como un conjunto de creencias sobre los seres humanos, consejos para hacerse rico, trucos de tendero y mucha ideología en estado puro, se convirtieron en ciencia, la ciencia económica. Siempre me sorprendió que la economía fuese capaz de elaborar complejísimos entramados matemáticos acerca de cantidades imposibles de medir y definiéndolas de modo ridículo o contradictorio. La ciencia puede emplear las matemáticas porque utiliza unidades de medida muy claras. Se las define de un modo arbitrario que, precisamente por ello, no deja lugar a ambigüedades. Pero ¿qué es un bien económico? ¿algo escaso que cuesta trabajo producir? ¿de verdad? Entonces la salud no es un bien. Y el valor añadido de un producto ¿qué es el valor añadido de un producto? ¿con qué se mide? ¿con una unidad que se llama la valorita y cuyo patrón está en una oficina de pesos y medidas o con la misma unidad con la que se compra una raya de coca? ¿Cómo puede definirse el riesgo de un activo para que resulte calculable? ¿diciendo que es lo que perderíamos si se materializaran todas las amenazas potenciales que encierra ese activo o diciendo que es lo que perderíamos si se materializaran todas las amenazas potenciales que podemos imaginar sobre ese activo? Lo primero es irrealizable, lo segundo no es una definición de riesgo. Mejor no vuelvo a mencionar el tema de la productividad. ¿En serio pretenden que alguien se trague sofisticadas teorías matemáticas con semejante base?
   Prudente como soy, no me atreví a expresar estas críticas en voz alta hasta que descubrí cosas mucho más duras en los escritos de un tipo que tenía alguna idea sobre este tema, un tal John Maynard Keynes. Keynes debería ser lectura obligatoria en las facultades de filosofía, porque, como han tenido que poner de manifiesto los economistas, sin él no se puede entender al “segundo” Wittgenstein. En realidad, cuando comparaba a la economía con la astrología estaba exagerando. La economía sólo es comparable con la astrología en su parte predictiva. En su parte descriptiva, la economía es filosofía. Como los filósofos, cuando dos economistas están de acuerdo en algo (por ejemplo, en reducir la inflación o el déficit público), ese “algo” no son los datos incontrovertibles, es la ideología (política) que comparten.
   Quizás piense Ud. que me estoy pasando, así que vamos a poner un ejemplo. Supongamos que es Ud. analista de las ahora famosas agencias de calificación y que le viene un cliente que le dice que está dudando entre invertir en bonos del país A o del país B. El país A presenta un déficit público del 9% y una deuda pública de 102% de su Producto Interior Bruto. El país B presenta un déficit de 6% y una deuda pública que no llega al 70% de su PIB. Para que nos entendamos, esta cuestión es semejante a la siguiente. Dos amigos le han pedido dinero. Ud. sólo tiene capital para socorrer a uno de ellos. De hecho, su capital es tan escaso que necesita que, sea quien sea el beneficiado por su crédito, le devuelva su dinero. Por tanto, decide analizar las finanzas de sus amigos. Uno de ellos tiene comprometido para el total del año gastos de 12.240€ pese a que sus ingresos anuales son de 12.000€. Además, cada mes gana 1.000€, pero gasta 1.090€. El otro tiene los mismos ingresos, pero sus gastos comprometidos son 8.400€ al año y gasta mensualmente 1.060€. Si Ud. quiere asegurarse que su dinero le será devuelto, ¿a quién de los dos se lo prestará? Pues bien, si consulta a una agencia de calificación, los sólidos fundamentos matemáticos de su analista le llevarán a recomendarle que le preste su dinero al amigo con mayores deudas y mayores gastos, esto es, que invierta en bonos del país A, porque el país B está al borde de la suspensión de pagos. ¿Cuáles son los “sólidos fundamentos matemáticos” que conducen a semejante conclusión? ¿o no son sólidos fundamentos matemáticos? ¿cuáles son, entonces esos “fundamentos sólidos”? Pues que el país A se llama EEUU y el país B se llama España. España se halla al borde el abismo por cuestiones que ni son sólidas, ni son de fundamentos, ni tienen nada que ver con ninguna teoría matemática. Es cuestión de algo más intangible, es una cuestión de imagen o, si lo prefiere, de confianza.