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domingo, 27 de mayo de 2018

Ciudadanos, Juntos, Podemos.

   Dicen los sesudos analistas que las encuestas auguran un espectacular vuelco electoral en las próximas elecciones generales, pero yo las miro y veo lo mismo de los últimos años, que el BBVA aumenta su número de escaños sobre el Banco Santander. Eso sí, ya no gracias a su buque insignia, sino a su marca blanca. Al fin PP y Junts pel Sí (al que nosaltres diguem), descubren que sus respectivas estrategias les han conducido a tener un enemigo común, Albert Rivera, quien ya mira al sillón presidencial y canta "Te miro y tiemblo". De hecho corren rumores de que Puigdemont le ha ofrecido un cuarto en su mansión de Bruselas a Don Tancredo Rajoy por si se tiene que exiliar tras la sentencia del caso Gürtel. El análisis, tan rico en matices, que muchos seguidores del independentismo catalán hacen, a saber, que no se trata de independencia o no, sino de franquistas contra republicanos, se ha mostrado certero. Una vez más, los inquisitoriales jueces franquistas han cargado contra los santos varones republicanos: Correa, Gürtel, Bárcenas, Turrull, Torra, Torrent, Torrim y Turròn. Yo, como buen franquista, sólo puedo sentir simpatías por el Turròn y por Torrent. Alguien que ha creado un gestor de descargas tan bueno no puede ser mala persona.
   La cuestión es qué pareja de baile elegirá el Sr. Rivera llegado el caso. El pasado indica que, probablemente, se inclinará por una coalición interbancaria entre su partido y el PSOE. Funciona muy bien. En Andalucía llevamos ya varios años disfrutando de una cosa así y a ellos les va tan ricamente. Los ciudadanos de verdad, los de a pie, seguimos igual que siempre, que es de lo que se trata. No obstante, también podría optar por un acuerdo a la italiana con Podemos. Los transalpinos, nos han mostrado por dónde van los tiempos, uniendo en un abrazo fraternal a los vástagos de esos dos cómicos entrañables que fueron Beppe Grillo y Umberto Bossi. La fórmula es muy simple: olvidarse de nimiedades tales como las ideas o los programas políticos y atornillarse a la poltrona con un personaje de consenso como Giuseppe Conte, cuyo equivalente español sería Cristina Cifuentes, ahora disponible.
   Desde aquí yo quiero romper una lanza en pro de esa formación, en horas tan bajas, como es Podemos. No sólo las cosas les iban mal, sino que las encuestas dicen que les irá peor y la realidad puede demostrar que todavía se quedaron cortas cuanto todos los criptosocialistas que los apoyan acaben ejecutándolos, como a tantas formaciones de izquierda, con un puñal llamado “voto útil”. ¿Qué quieren que les diga? Uno tiene su corazoncito y cuando me enteré de que había al menos una pareja en Podemos que hacía el amor y no la guerra, me puse tierno. Los envidiosos de turno dicen que si poner a tu novieta de número dos del partido es nepotismo, que si tanto criticar a la casta y somos como ellos, que si patatín, que si patatán. Vamos a ver, Daniel Ortega nombró vicepresidenta a su mujer; sucesor en la presidencia del país a su hijo Laureano; Rafael, otro hijo, está a cargo de la empresa petrolera nacional; y sus hijas dirigen el emporio comunicativo estatal en el que también trabajan otros dos hijos más de la pareja, ¿por esas menudencias ha pasado a formar una casta? ¿ha dejado por eso de ser menos revolucionario? ¿ha perdido el favor de esa vanguardia izquierdista mundial llamada Venezuela? Pues entonces, ¿por qué no puede la pareja Iglesias-Montero compartir, además de felicidad, las riendas del partido?
   Y ahora se buscan un nidito, cuatro paredes, un techito, donde fundar una familia y todo el mundo carga contra ellos. Es que no se enteran, que ellos no querían, que por ellos se hubiesen quedado en el piso de estudiante del Sr. Iglesias, pero es que en esa zona hay un colegio tan bueno... ¿Han leído las declaraciones de la directora del colegio? Háganlo, son geniales. Dice poseer un alumnado poco menos que elitista por su nivel sociocultural y, gracias a las pedagogías más innovadoras, obtener de ellos resultados "en la media de la comunidad". Ese colegio se va a convertir en cantera de los futuros ministros de educación del país. A continuación, sin ningún miedo, afirma, que a su colegio, en esta zona de chalecitos de 600.000€, van los hijos de “varios miembros del partido”. De manera que tener chalets de lujo se ha convertido en habitual en Podemos sin que nadie diga “esta casta es mía”, pero en cuanto se compran uno Iglesias y Montero, ¡hale! todo el mundo a despellejarlos. Afortunadamente Podemos no es como otros partidos. Una formación que tiene como referentes éticos a Nicolás Maduro y Evo Morales, podrá ser muchas cosas, pero ni tienen apego al cargo, ni son personalistas. Los términos de la hipoteca de Iglesias y Montero lo dejan bien claro, planean estar en la poltrona 30 años nada más, el tiempo justo de completar su programa político. Y ¡ojo! las bases tendrán la palabra, podrán votar libremente en un referendum con una pregunta clara: ¿estáis conmigo o contra mí? ¿Acaso puede haber algo menos personalista?

domingo, 19 de enero de 2014

Cómo afrontar un escándalo

   En esta época, en la que quien no tiene un caso abierto en el juzgado por haberse llevado dinero de alguna parte es que no es ni ha sido nadie, estamos viendo una bonita exhibición de qué hacer cuando le pillan a uno con las manos en la masa. He aquí las principales estrategias:
   1ª) Estrategia majestuosa. Consiste en adoptar un aire digno y señalar que siempre ha respetado las leyes y no dejará de hacerlo ahora por mucho que vayan contra sus propios intereses. Si se tiene la capacidad de guardar silencio en todas las circunstancias, puede conseguirse que la gente piense que su actitud y silencio encubren realmente a otras personas a las que se mantiene fiel. La verdad es que esto no implica una gran ventaja a la hora de recibir el castigo pertinente, pues no todo el mundo va a encontrar un fiscal que se apiade de él... A menos, claro está, que se maniobre entre bambalinas en esa dirección. Caso de hacerlo así se corre un enorme riesgo, pues si esas maniobras salen a la luz, toda la estrategia se viene abajo y queda claro que el rey está desnudo.
   2ª) Estrategia “esto no es lo que parece, cariño”. Hay que negarlo todo, decir que son falsedades lanzadas por sus enemigos. Es recomendable acompañar tales declaraciones con un gesto ofendidísimo y, de ser posible, alusiones a posibles buenas acciones que haya realizado en un pasado más o menos próximo. El Sr. Camps encarnó esta estrategia de un modo ejemplar. Como todos sabemos, esta estrategia, cuando tu pareja te pilla en la cama con otro/a, es una estrategia dilatoria. Se trata de ganar el tiempo suficiente como para que la cosa se desinfle, se olvide o, simplemente, sea tapada por un escándalo mayor. Por tanto, sólo tiene utilidad si no existe un medio de comunicación rival que pretenda utilizar el caso como arma política.
   3ª) Estrategia “yo no sé nada, sólo soy el presidente”. La persona que trajo esta estrategia a España fue Felipe González.  En los años en que su gobierno tenía más escándalos que ministros, él afirmaba que se enteraba de ellos por la prensa.  La verdad es que a él le fue bien. Los 12 años de gobiernos del PSOE institucionalizaron las comisiones ilegales y los sobresueldos. Todavía peor, justificaron cualquier cosa que viniera después. Felipe González se jubiló con cincuenta y pocos y vive de la millonaria pensión que le corresponde por el cargo que ocupó. Además, para llegar a final de mes, viaja por ahí, a pesar de que sigue sin tener ni idea de inglés, participando en foros, seminarios y conferencias, debidamente retribuidos. Pese a ello, muchos socialistas y gente que no lo es, se quita el sombrero cuando lo mencionan. Un ejemplo de los lodos que trajeron aquellos polvos es nuestro actual presidente, el Sr. Rajoy, que sigue fielmente la estrategia de poner cara de alelado cuando le preguntan por cosas como el registro efectuado por la policía en la sede de su partido a propósito del caso Bárcenas.
   4ª) Estrategia “los culpables son todos estos”. De esta estrategia hablaba ya Maquiavelo en El príncipe. Allí recomendaba que el gobernante tuviera siempre un segundo de a bordo, bien visible, que diera en última instancia las órdenes y al que nunca se debía ver en el acto de recibirlas. De este modo, si al príncipe se le iba la mano, por ejemplo, apiolando a sus rivales políticos, siempre podría cortarle la cabeza a su lugarteniente y ofrecérsela al pueblo, diciendo que fue una iniciativa suya y que él, el príncipe, jamás autorizó semejante salvajada. Recientemente hemos podido ver a Chris Christie siguiendo rigurosamente el guión escrito por Maquiavelo. Para quien no lo conozca, Christie es la gran esperanza del aparato del Partido Republicano. Es campechano, simpático y con amplio respaldo entre los moderados del partido. Exactamente lo que necesitan para evitar tener por cabeza de cartel a un representante del Tea Party, montaraz, visceralmente conservador y, por tanto, capaz de espantar todos los votos que se necesitan para ganar unas elecciones presidenciales. Pero Christie es también gobernador del Estado de New Jersey y, para vengarse de un rival político, no ha tenido mejor ocurrencia que montar un pertinaz atasco en uno de los puentes que une su Estado con la ciudad de Nueva York. Naturalmente “no ha sido él”, ha sido la práctica totalidad de su gabinete de asesores que se carcajeaban a mandíbula batiente de los autobuses escolares atrapados en el atasco sin que el bueno del gobernador se enterase de nada.
   5ª) Estrategia del ventilador. Si consigue demostrar que en el escándalo del que es Ud. centro están implicadas personas de todos los partidos políticos, observará como, milagrosamente, los medios de comunicación y hasta los juzgados, pierden interés por Ud. Lo hemos podido observar en el caso Caja Madrid. Tras un artículo aparecido en El País en el que se daba cuenta de que todo el mundo se “interesaba” por el dinero que la caja iba dando a sus familiares y conocidos, los frecuentes artículos al respecto han cesado como por ensalmo.
   6ª) Estrategia del hastío. La ventaja de esta estrategia es que puede utilizarse aunque no haya ningún medio de comunicación que le apoye. En esta estrategia Ud. o alguien cercano a Ud. debe  hacer de fuente para las filtraciones. Cada vez que observe que las noticias que le implican van haciéndose más escasas en los medios de comunicación, hay que lanzar una nueva serie de filtraciones. Si logra mantener esta dinámica durante años más que meses, llegará un momento en que el público, los  periodistas y los directores de los medios de comunicación acaben diciendo: “¿Otra vez? Estoy ya del caso X hasta el gorro”. Una vez esto ocurra, los jueces buscarán rápidamente un motivo para declarar prescritos los delitos y Ud. quedará como culpable, aunque exonerado de toda consecuencia penal. El caso Gürtel es un buen ejemplo de esta estrategia.
   7ª) Existe una última estrategia utilizada muy frecuentemente en Europa, pero que en España es desconocida. Permite acabar radicalmente con el escándalo aunque tiene el inconveniente de que, por lo mismo, se deja inmediatamente de chupar de los privilegios de la poltrona: d i m i t i r.

domingo, 10 de febrero de 2013

Sobre guerras justas


Uno de los temas más largamente tratados en la historia de la filosofía es el concepto de “guerra justa”. Es un término cruel por su equivocidad. Lo que realmente se quiere decir cuando se habla de “guerra justa” es “guerra justificada”, porque para los filósofos, cuando una guerra está justificada, ya es, ipso facto, una guerra justa, con independencia de cuantos niños se mate o cuantas mujeres se violen en ella. Es muy divertido ver a mi querido Leibniz discutir acerca de la justicia o no de una guerra y después aconsejar que se paguen las viandas en tierra enemiga con moneda tan lustrosa como carente de valor. Para mí, una guerra justa es aquella que no sólo se ha efectuado por motivos justificados más allá de los intereses particulares de un país concreto, sino que también ha sido llevada a cabo con absoluto respeto al derecho de gentes. Realmente, no sé si ha habido una sola guerra en la historia que pueda calificarse de justa en este sentido. Por eso, más que de guerra justa yo preferiría hablar de guerras necesarias. Guerra necesaria es toda aquella iniciada para impedir males mayores no sólo en los países directamente implicados en ellas, sino en todo un área geográfica. Desde este punto de vista, la Primera Guerra Mundial, la guerra de Vietnam y la Segunda Guerra del Golfo, fueron absolutamente innecesarias. Podría admitir el carácter discutible de la Primera Guerra del Golfo, pero la Segunda Guerra Mundial y la intervención francesa en Mali (junto con otras cuantas), me parecen absolutamente necesarias.
Los soldados franceses, otrora metrópoli colonial, han sido acogidos como héroes. El propio François Hollande fue recibido como libertador y nuevo padre de la patria. Hacia él se volverán todos los ojos cuando la crisis institucional del país siga su curso. La victoria francesa tiene múltiples frentes. El primero, por supuesto, sobre el terreno. Se ha reconquistado en unos días todo lo perdido desde el verano pasado a manos de milicias yihadistas. La victoria es tan aplastante que las fuerzas rebeldes tuaregs han entregado a líderes de estas milicias. El gesto es tremendamente significativo por dos razones. Fue el levantamiento tuareg, uno más, el que condujo a las derrotas iniciales del ejército de Mali y abrió espacio para la incorporación al conflicto de los yihadistas. El secuestro de la rebelión tuareg por éstos supuso acelerar el proceso y poner a la propia capital, Bamako, bajo amenaza directa de los sublevados.  Que la alianza entre ambos se haya roto implica que no hay justificación alguna para la presencia de los yihadistas en Mali pues no hay población autóctona que reclame semejante presencia. Sin una población entre la que confundirse, pueden quedar núcleos activos en las montañas, pero difícilmente van a lograr reclutar voluntarios para cometer atentados suicidas... Siempre que no se produzca un nuevo cambio de alianzas.
Pero las consecuencias de la acción francesa no se reducen a Mali. François Hollande ha dado un verdadero puñetazo encima de la mesa reclamando para sí el papel de auténtico estadista, algo más escaso ahora mismo en Europa que el crédito. Frente a una Frau Nein dedicada a sestear y repartir opio en las reuniones europeas a la espera de septiembre y de su ansiada reelección, frente a unos EEUU reticentes a volver por Africa desde su última derrota en Somalia, frente a un puñado de líderes europeos acobardados, miserables y cicateros (como nuestro queridísssssssssimo y amadísssssssssssssssimo Sr. Presidente del gobierno, el tío de las barbas, que ofreció de ayuda a Francia ¡¡¡un avión!!!), frente a ellos, decía, Hollande ha demostrado que cuando se presenta una crisis hay que actuar y actuar sin mirar encuestas, elecciones, mercados, ni temorosas opiniones públicas. Francia no buscó paraguas internacionales, no esperó forjar largas y penosas alianzas, no intentó que la inexistente política exterior europea se pusiera de su parte. La situación exigía movimientos rápidos y decididos y los ejecutó.
No menos importantes son las consecuencias para el resto del Africa francófona. París siempre dijo que no permitiría caer en manos de los terroristas ninguna de sus antiguas colonias. Había llegado el momento de cumplir con sus promesas y lo hizo. Sin duda, mucha gente en Mauritania o en Níger se habrá sentido reconfortada. 
Que una guerra sea necesaria no impide que haya víctimas inocentes en ella, mujeres, niños y civiles en general, víctimas que soy el primero en desear que no las hubiera. Tampoco hay que ser utópico, quien arriesga tropas y dinero en una guerra es lógico que reclame compensaciones. Francia dice no tener intereses en Mali y es verdad, los tiene en las minas de Uranio de Niger, que están a un tiro de piedra del territorio ahora reconquistado. Además, no puede decirse que Francia sea ajena a  lo que ha ocurrido. A diferencia de Gran Bretaña, París siempre ha jugado la carta de impedir la consolidación de estructuras de Estado sólidas en las que fueron sus antiguas colonias. Sin esa estrategia nada de lo que ha sucedido hubiese tenido lugar. Hollande ha prometido que esta intervención francesa marca un punto de inflexión en sus relaciones con los países del Africa francófona. Por lo hecho, merece una oportunidad de cumplir su palabra. Mali puede ser una buena piedra de toque. El país sigue bajo un gobierno golpista al que sólo apoya una facción del ejército. La otra no duda en manifestar su disconformidad a tiros si es preciso. Han prometido devolver el poder, en una fecha por determinar, a unas autoridades civiles ahora mismo inexistentes. El norte sigue estando poblado por tuaregs levantiscos. Hollande ha demostrado ser capaz de ganar la guerra. Ojalá esté también preparado para ganar la paz.

domingo, 28 de octubre de 2012

Emotional rescue



   Dicen que es fácil reconocer a un gallego porque es esa persona que nunca se sabe si sube o baja una escalera. La verdad es que los gallegos que he tenido la oportunidad de conocer en esta vida no respondían para nada a esta descripción. Sin embargo, todo es ver a nuestro queridísimo y amadísimo Sr. Presidente de gobierno D. Nanniano Rajoy y es que se me viene a la cabeza el tópico. A ver, ¿cuánto tiempo llevamos ya al borde del rescate? Si es que yo ya ni me acuerdo cómo era este país antes de que todo el mundo lo diese por rescatado. ¿Cuánto tiempo más vamos a estar paseándonos por el fondo de un precipicio fingiendo que todavía estamos en el borde? Como esto siga así, al final tendrá que haber no sólo un rescate financiero sino, también, como decía la canción, un rescate emocional, porque vamos a terminar todos con los nervios destrozados.
   El rescate tenía que haber sido solicitado hace un año y si hace un año no se pudo hacer, hace seis meses y si hace seis meses no se pudo hacer, hace tres... Era una cosa de antes de ayer, no del año que viene. Cuanto más tardemos en pedir un rescate, mayor será su coste, peores las condiciones y menor el margen de maniobra. Argumenta el gobierno que no hay que precipitarse porque sería peor tener que pedir un rescate un mes después de haber pedido el primero. Como demuestran el caso de Grecia y de Portugal, la sucesión de rescates es una consecuencia de la posibilidad de un gobierno de negarse a ciertas imposiciones y no de lo bien que se cuenten los céntimos que faltan. Por eso, cuanto menos se tarde en pedir el rescate, mayor será el margen de maniobra y menos probable la necesidad de pedir otro. Aún más, el rescate que se pida debe ser cualquier cosa menos ajustado a las necesidades del país. Hay que hacer un cálculo por lo alto y, una vez establecido, solicitar el doble. En la situación en la cual nos hallamos, lo que realmente desatará el pánico de los mercados sería una demanda de ayuda a la baja o, dicho de otro modo, sería precisamente esa solicitud a la baja la que desataría la necesidad de pedir otro rescate. Curiosamente, nos hallamos de nuevo en un punto sobre el que ya he insistido con frecuencia, el que nos desbarranquemos o no es responsabilidad exclusiva de nuestros políticos, con independencia de cuáles sean las cifras macroeconómicas. Y, precisamente aquí es donde está el mayor riesgo que corremos en este momento.
   El próximo mes de septiembre se celebran elecciones en Alemania. Según todos los sondeos, la CDU de Merkel y el SPD, la socialdemocracia, están virtualmente empatados. Si, efectivamente, estas encuestas reflejaran el resultado final, los grandes perdedores serían los liberales del FDP, que han hecho de su euroescepticismo el banderín de enganche para sus electores. Una coalición entre los dos grandes partidos para formar gobierno, única posibilidad con estos números en la mano, llevaría, probablemente, a que los socialdemócratas dejaran la Cancillería y el Ministerio de economía en las mismas manos en que se encuentran. Dicho en plata, Merkel y Schäuble cuentan con estar cuatro años más en la poltrona. Por tanto, están muy interesados en que las cosas, de aquí a septiembre, se muevan lo menos posible y todo esté en calma. Recordemos, Alemania es la gran beneficiada con la situación actual de los países del Sur más Irlanda. ¿También le conviene a éstos que todo esté en calma y apaciguado? ¿cómo puede interesarle al que sale beneficiado y a los perjudicados el mismo estado de cosas? ¿de verdad alguien piensa en el gobierno español que si le facilitan la reelección a Dña. Angelota, ésta nos lo va a agradecer aflojando la soga?
   Si faltan once meses hasta las elecciones alemanas, hay que lanzar once bombas, una tras otra, hasta que la Sra. Merkel pierda de una vez la calma y pida una tregua que vaya más allá de su reelección. ¿Cómo? Lo acabo de decir, para empezar, solicitar una ayuda que rompa todas las previsiones. Al mes siguiente recordar que el rescate no tiene por qué venir de la Unión Europea, el FMI también tiene fondos y los ha puesto a nuestra disposición (por cierto, aunque ninguna de las dos sea mi tipo, entre que te flagele Madame Lagarde y lo haga Frau Merkel, es que no hay color). Al siguiente mes declarar que las condiciones impuestas por el FMI tampoco nos satisfacen, así que vamos a imponer una quita a todos los deudores extranjeros (me imagino la cara de los banqueros alemanes leyendo la noticia en la Bild Zeitung). Al siguiente mes afirmar que, debido a nuestra situación económica y para clarificar los trámites en caso de que Cataluña se independice, nos salimos de la UE. Y al siguiente mes, decir que bueno, que a lo mejor con un 80% del rescate que inicialmente se pidió, igual teníamos para pagar lo que debemos y otra vuelta a la matraca. Para entonces el electorado alemán estaría en un estado tal de efervescencia que más de uno sacaría la bandera blanca. Pero, claro, para hacer todo eso necesitaríamos que nos gobernase alguien con pinta de ser tan tonto como para cumplir sus faroles (por ejemplo, su Majestad Arturo Mas) y no alguien que nos cante:

"¿Acaso no sabes que las promesas nunca fueron hechas para ser cumplidas?
Igual que la noche se disuelve en el sueño
Seré tu salvador, firme y auténtico
Acudiré a tu rescate emocional
Acudiré a tu rescate emocional"
(Rolling Stones, Emotional rescue)

domingo, 2 de septiembre de 2012

Radriografía de la opinión pública española

   Según las estadísticas de Google, en el último mes, 191 personas visitaron este blog. De ellas sólo 53 residían en España. No estoy muy seguro de que este dato sea correcto porque, últimamente, cada vez que entro en Google desde uno de los ordenadores de mi casa, todos los resultados me salen en portugués, pero, en fin. Menciono todo esto porque quizás debiera aclarar que las opiniones y juicios vertidos en este blog, para nada representan las opiniones y juicios del ciudadano medio español en estos momentos. De un modo muy burdo, yo diría que en torno a siete de cada diez españoles tienen una actitud que oscila entre la defensa más encendida y la indiferencia hacia el actual gobierno. Hasta el momento, he escuchado tres tipos de argumentos para sustentar dicha actitud: el gobierno actual no puede hacer otra cosa, dada la situación heredada; el gobierno actual está mejor preparado que el anterior para afrontar la situación; y, bajo ningún concepto, se puede permitir que los sinvergüenzas del PSOE vuelvan al poder (ya). Si Ud. no vive en España, como es lógico, no entenderá a qué vienen estos argumentos (en realidad, si Ud. no vive en España es poco probable que entienda nada de lo que ocurre en este país de locos), por lo que voy a tratar de explicarlos.
   En el caso de que Ud. resida en Sudamérica, puede llegar a comprender el primero de ellos gracias a un símil. "No se puede hacer otra cosa con la situación que hemos heredado" es la versión patria de: "la culpa es del colonialismo español". Como todos sabemos, el colonialismo español es el causante de todos los males de Iberoamérica, desde la gripe hasta la reciente explosión de una refinería en Venezuela pasando por el golpe de Estado contra Allende y la presencia ocasional del fenómeno de El Niño. En nuestro caso, "no se puede hacer otra cosa con la situación heredada", forma parte del pecado original de nuestra democracia. Franco no sólo fue el dictador más longevo de Europa, llegada la democracia se convirtió en la excusa perfecta para justificar todo lo que iba mal. ¿Qué las cárceles estaban saturadas? Culpa de Franco. ¿Que la policía disparaba balas de verdad en las manifestaciones? Culpa de Franco. ¿Que la economía no levantaba cabeza? Culpa de Franco. ¿Que había mucho paro? Culpa de Franco. Los sucesivos gobiernos de Felipe González hicieron de esta cantinela una forma de gobernar. "La situación heredada" abarcaba no ya los cuarenta años de la dictadura, también los desaguisados cometidos por los gobiernos de UCD. A Felipe González lo pudimos ver justificando cada escándalo de sus ministros por "la situación heredada". Poco a poco, tras repetir recurrentemente la misma canción, ésta fue penetrando en las capas más profundas de la mente de los españoles y la "situación heredada" resulta ser la causante, incluso, de la caca que el perro del vecino ha dejado en la acera. Hasta tal punto ha penetrado en la mente de los españoles, que hace unos meses, una mandataria del gobierno andaluz, echó la culpa de la mala calidad de la enseñanza a la "situación heredada", lo cual no está nada mal si tenemos en cuenta que el partido de esta eminencia lleva tres décadas gobernando en Andalucía. La "situación heredada", como el colonialismo español, es el capote con el que se nos torea para que no nos hagamos la pregunta obvia: ¿no debería gobernarnos alguien capaz de obtener resultados pese a la situación heredada? Para obtener resultados cuando las cosas van bien, sirvo hasta yo.
   Que el gobierno actual esté mejor preparado que el anterior se refiere a que los actuales ministros hacen exhibición de su buen nivel inglés. La respuesta a la pregunta que Ud. se está haciendo es no, hasta ahora ningún político español había demostrado un nivel de inglés superior al de los niños de seis años alemanes o fineses. Entiéndaseme, no es un logro menor. De ahí a considerar que por eso ya tienen méritos para gobernar hay un trecho. También Pocholo habla inglés y yo no lo pondría de ministro economía. ¡Claro! digo, yo, don Naniano Rajoy, ya veremos cómo acaba. El resultado es que todo el mundo se queda muy satisfecho viendo cómo el Sr. de Guindos es saludado efusivamente por sus colegas europeos. La verdad, a mí esas escenas no acaban de tranquilizarme. Un día de estos Schäuble lo va a besar como don Vito Corleone y entonces igual acaba por entenderse el significado último de tanta efusividad.
   Finalmente, los menos proclives al actual gobierno suelen argumentar que no se puede permitir la vuelta al poder del PSOE. Este argumento suele tomar una forma muy concisa, del tipo: "pues vuelve a votar al PSOE ¡idiota!" La gracia del asunto está en que quien así argumenta, votó en su día al PSOE y volverá a hacerlo en cuanto le digan que la crisis ha pasado. Para buena parte de la ciudadanía de este país la democracia consiste en elegir entre dos partidos que están de acuerdo en qué hay que hacer y cómo hay que hacerlo, aunque no en cómo hay que explicarlo. Si a este ciudadano trata Ud. de aclararle que el duopolio no es algo muy diferente de la dictadura, no tardará mucho en llamarle "golpista", "perroflauta" y/o "comunista".
   Quedan, naturalmente, los tres ciudadanos que sí están dispuestos a criticar a este gobierno. Unánimemente, le ofrecerán un argumento para hacerlo: que es un gobierno "fascista". Lo que quieren decir al tachar a este gobierno de "fascista", es que no es del PSOE, porque, para estos ciudadanos, como para los anteriores, la democracia consiste en elegir entre dos refrescos de cola, uno envasado en rojo y el otro en azul, que, a lo mejor, difieren en su sabor, pero que, al cabo, son la misma fucsina.
   Nadie o, por lo menos, nadie con quién yo haya tenido la oportunidad de conversar en los últimos meses, será capaz de ofrecer un argumento a favor o en contra del actual gobierno por cuestiones como que no tenemos un problema de gasto excesivo sino de recaudación; que subir el IVA, a lo mejor crea inflacción y al gobierno le viene muy bien para pagar la deuda, pero va a hundir el consumo y con él, una vez más, la recaudación; que quienes necesitan una línea de financiación europea no son los bancos, sino las familias; y muchas más cosas que vengo diciendo aquí y que no me apetece repetir una vez más. ¿Por qué resulta tan infrecuente oír estas perroflautadas?
   No se puede entender este país si no se sabe que en la inmensa mayoría de los hogares españoles se almuerza viendo el telediario. Telediario que esquematiza, empaqueta y predigiere las informaciones para que sean engullidas y asimiladas como un bocado más. Terminado este ritual de avinagramiendo cotidiano, los españoles vuelven a su interminable jornada laboral, preguntándose si son los tonos rojizos o celestes los que mejor combinan con el decorado de cartón piedra que los rodea. Y, claro, con estos mimbres, sólo nos puede salir un país de opereta, que es lo que siempre hemos tenido.

domingo, 22 de julio de 2012

Todo es mentira

   Hacia principios de los años treinta la radio era un lujo que sólo una pequeña parte de la población alemana se podía permitir. La emisoras estaban en manos de las autoridades de cada uno de los Estados federales y la variabilidad de sus consignas hacían de ellas un modo más de generar confusión en los confusos estertores de la República de Weimar. Erich Scholz, por entonces ya muy cercano al nazismo, fue quien puso orden en aquel descontrol desde su puesto de "Comisario para la Radio del Ministerio del Interior". Scholz se aseguró de uniformizar las líneas editoriales, el formato y la programación misma de las diferentes emisoras, hasta hacer de ellas una voz única. Para Scholz, la radio alemana debía de estar al servicio "del pueblo alemán" y excluir todo lo que fuese en contra de los intereses "del pueblo". Scholz dimitió de su cargo el 22 de noviembre de 1932, unos cuarenta días antes de que Hitler fuese nombrado Canciller. Hitler y Goebbles no "se dieron cuenta" de las potencialidades de la radio una vez llegados al poder, el ascenso del totalitarismo y la desaparición de la pluralidad en la radio corrieron paralelos, hasta el punto de que cabe preguntar si hubiese ocurrido lo primero de no haberle allanado el terreno lo segundo.
   Hasta entonces, escuchar la radio era un acto social. Dado el coste de los aparatos, grupos de conocidos o amigos se reunían en torno a él y debatían el contenido de las noticias. Lo que hicieron Hitler y Goebbles fue encargarle a Otto Griessing la fabricación de un modelo barato, muy barato, de modo que cada hogar alemán se lo pudiera permitir. Se trataba de conseguir que la voz de Hitler, hablase personalmente a cada alemán, eliminando cualquier posibilidad de discutir el mensaje transmitido. No obstante, como acabo de decir, Erich Scholz realizó su fecunda labor bajo un gobierno no dictatorial(1). Existen multitud de métodos para lograr la unificación de mensajes de un modo mucho más sutil, aunque no menos peligroso, que las drásticas amenazas nazis. Uno de los más fáciles se llama "reducción de costes" y consiste en subcontratar el suministro de informaciones con alguna de las agencias de noticias al uso. De este modo, lo que el oyente entiende que es un contraste de fuentes por oír la noticia en dos emisoras de signo político contrapuestos, se trata, simplemente, de la repetición de una y la misma fuente. Pongamos ahora esta situación en contexto. Hoy día la radio no se escucha habitualmente en la intimidad del hogar y, mucho menos, prestándole nuestra atención plena como en época de los nazis. Se escucha mientras se conduce, se trabaja manualmente o se hace ejercicio, actividades todas ellas que exigen una parte de nuestra atención, mientras que la otra va absorbiendo la información de trasfondo con bastante poca capacidad crítica. Por tanto, aunque el porcentaje de población al que se alcanza se ha reducido, el poder intonxicador de la radio permanece intacto. Comprobarlo es simple, preste atención a lo que dice cualquier grupo de ciudadanos "bien informados", con independencia de que sean abogados, médicos, albañiles o barrenderos. Si han acudido a sus puestos de trabajo con la radio puesta, podrá observar en ellos la más sorprendente uniformidad en la consideración de cuáles son los "hechos" y de qué es "lo importante" de ellos. Apenas entorne un poco los ojos, hasta podrá oír las expresiones del comentarista radiofónico que habla por sus bocas.
   La demostración última de que nadie en su sano juicio puede dudar de que esos son los "hechos", de que eso es lo "importante", lo da el que otro medio (al cabo, de nuevo, la misma fuente), viene a confirmarlo y de ese otro medio no se puede dudar pues en él "vemos" lo que ocurre, la televisión. Es verdaderamente irónico que hoy día, que todos tenemos en nuestro ordenador un eficiente programa para manipular imágenes, llamado Photoshop, sigamos creyendo en la fidelidad de las imágenes que proyecta nuestra pantalla de televisor. Cualquier estudio que consulte le dirá que la televisión es el mejor medio para mentir.
   Cuento todo esto a propósito de la situación actual. Puede entrar Ud. en cualquier bar, participar en cualquier reunión, acudir a cualquier cena y oirá hablar de la prima de riesgo como si, efectivamente, fuese la prima de todos los presentes. Un borrachín de taberna cualquiera, es capaz hoy en día de disertar acerca de las implicaciones de que la deuda pública tenga un tipo de interés cercano al 7% en el mercado secundario. Y, por supuesto, por encima de todo, hasta los niños de parvulario saben que estamos en crisis. Que esté tan claro, que todo se pueda explicar de un modo tan simple, que todo sea tan obvio, lejos de ser una prueba de que estamos ante hechos "objetivos", muestra que estamos ante una buena campaña publicitaria. Los síntomas se acumulan.
   El sistema educativo conocido como "Ley del 70" fue sustituido, sin evaluar sus ventajas o desventajas, por una ley orgánica conocida como LOGSE. La LOGSE fue seguida por la LOSE a la que sucedió la LOE, la cual, a su vez, ha sido modificada en múltiples ocasiones. Todos estos cambios han tenido una dirección nítida, el sistema educativo español es cada vez peor, como lo demuestran hasta las evaluaciones más proclives al mismo. ¿Casualidad? ¿Lleva la educación española treinta años en manos de tontos?
   Nuestro queridísimo y amadísimo Sr. ex-Presidente del Gobierno, el Zapatitos, ejecutó un drástico recorte del sueldo de los funcionarios para ajustar el gasto público. La reducción del poder adquisitivo de los funcionarios generó una contracción de la economía y, con ello, hizo imposible alcanzar el objetivo de reducir el déficit público porque el Estado no recaudaba lo suficiente. Para solucionarlo, el gobierno de D. Naniano Rajoy ordenó a las autonomías un recorte en el gasto del sueldo de sus funcionarios que ha generado una nueva contracción de la economía, volviendo a hacer imposible alcanzar los objetivos marcados. Para solucionarlo, se acaban de aprobar nuevas medidas que implican nuevos recortes en el sueldo de los funcionarios y un aumento del IVA, cuya única consecuencia posible es la congelación total de la economía española y condenarnos al rescate o la bancarrota.
   Dado que estamos en crisis, las empresas tienen que despedir tantos trabajadores como puedan para reducir costes, aumentando la jornada laboral de los que quedan. Cuantos más trabajadores despidan y mayor la jornada laboral de quienes queden, menos consumidores potenciales tienen, con lo que menos demanda habrá en el mercado y menos ventas, lo cual sólo puede conducir a despedir a todos los trabajadores y cerrar la empresa.
   Si alguien tropieza en una piedra y se cae, es humano. Si tropieza dos veces en la misma piedra, es tonto. Si tropieza tres... es que tiene un plan.
   Para empezar, como ya he dicho, no hay ninguna crisis. Quien hable de crisis miente y, lo que es peor, miente porque tiene un motivo para ello, porque trabaja para quienes hacen todo lo posible por ocultar los hechos. El capitalismo no está en crisis y, mucho menos, es Europa la que está en crisis. De lo que se trata es, simplemente, de que a los ciudadanos de a pie nos han dado el timo de la estampita y ahora pretenden que nos conformemos con los recortes de periódico en lugar de nuestro ahorros. Nos han timado. Nos han timado diciéndonos que no había ningún motivo para endeudarnos más allá de nuestras posibilidades, nos han timado diciéndonos que nuestros pisos valían un precio irreal, nos han timado con escandalosas hipotecas que escapaban al más simple criterio del sentido común, nos han timado diciéndonos que podíamos confiar en las Cajas de Ahorro y nos siguen timando al pretender que paguemos (por partida doble) a los bancos. Por tanto, reducir sueldos, reducir empleo, reducir salarios, reducir la calidad de la educación, reducir el tamaño del Estado, no es la forma de salir de esta crisis, porque no hay tal crisis. Todo es un plan preconcebido para hacernos creer que los timadores son, en realidad, nuestros amigos y que nos están protegiendo, cuando lo que realmente están haciendo es volvernos más tontos, más pobres y más indefensos.


   (1) Sobre la relación entre el nazismo y la radio, pueden consultar este magnífico post del blog Cabovolo.

domingo, 17 de junio de 2012

¿Por qué confiamos?

   Hace algunos años, mi amigo y profesor en la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Pablo de Olavide, Joaquín García Cruz, inició una investigación sobre confianza y compromiso en el mundo empresarial. Aprendí una barbaridad mientras seguía el camino que él iba abriendo en el bosque que, por aquel entonces, era la bibliografía sobre confianza. Lo primero de todo, por supuesto, la enorme trascendencia de este concepto en el mundo de la ética y la economía. Si trabajamos cada lunes sin recibir una recompensa por ello hasta treinta días más tarde, si le damos la espalda a un desconocido en la calle sin ponernos nerviosos, o si rechazamos la proposición de una atractiva mujer sin plantearnos que, tal vez, nuestra pareja nos espera en casa con una petición de divorcio, es porque confiamos. Cada mañana nos levantamos llenos de confianza en que todo cuanto consideramos seguro y estable lo es con absoluta firmeza. Lo cierto es que la relación es exactamente la inversa, cuanto de inamovible hay a nuestro alrededor se apoya únicamente en nuestra absoluta confianza de que las cosas no van a cambiar. La prueba es que, en el mismo momento en que perdemos esa confianza, todo lo sólido se desvanece en el aire (que decía Marx).
   Esencialmente los seres humanos necesitamos confiar en algo o en alguien. En las primeras formaciones sociales de nuestra especie, los pequeños grupos de cazadores-recolectores, aprendimos a confiar los unos en los otros, dividiendo nuestro trabajo y coordinando las acciones de caza. A los niños se les enseña a confiar en que sus papás siempre estarán ahí para ayudarles y sacarles de cualquier apuro. Cuando somos adultos y nos damos cuenta de que, en realidad, no deberíamos confiar en nada ni en nadie, siempre ponemos un colchón de salvaguardia por debajo que, curiosamente, es el mismo factor que sabemos que nos lo arrebatará todo, el tiempo. Por supuesto, nada nos garantiza que nuestra relación vaya a durar eternamente o que el dinero que hemos invertido no se vaya a volatilizar, pero eso es a largo plazo. Hoy, ahora mismo, todo está bien atado y nada se nos puede escapar.
   Es muy difícil establecer qué factores nos hacen confiar en determinadas cosas o personas y no en otras. Cedemos nuestros ahorros a personas con las que no nos iríamos de copas, nos vamos de copas con amigos a quienes no cederíamos nuestros ahorros y confiamos que nos ayudará a ganar un partidillo de fútbol alguien con quien no queremos compartir ahorros ni copas. Los más desconfiados, acaban sucumbiendo a los trucos de un estafador y personas desbordantes de confianza no son capaces de invertir en nada que no puedan ver o tocar. En ciertas personas confiamos nada más verlas, pero resulta extremadamente difícil restaurar la confianza perdida en alguien con quien llevamos media vida compartiendo colchón.
   Todo lo anterior se vuelve un poco más inteligible si nos damos cuenta de que, en realidad, no confiamos en otras personas o, por lo menos, no confiamos en ellas en tanto que personas, sino en la medida en que se hallan insertas en una situación, en un entramado social u organizativo. La razón es que esa situación, la estructura de esa sociedad o institución, hace su comportamiento predecible. Cuanto más predecible sea el comportamiento de una persona, más confiaremos en ella. Por eso decía Cicerón que la confianza se basa en la justicia y la sabiduría. El hombre sabio, como el hombre justo, rigen su comportamiento por unas reglas muy claras y esto nos induce a confiar en ellos. Pongamos un ejemplo, si un gobierno quiere generar confianza no se puede permitir tener un ministro como el Sr. Wert que siembra sus declaraciones de datos falsos o burdamente manipulados. Un hombre sabio, se informa concienzudamente antes de hablar y si tiene seis meses para elaborar un plan de ajuste, éste no se hará metiendo las tijeras por donde más bulto hay (por ejemplo, el sueldo de su personal), sin buscar formas más inteligentes de reducir gasto. Para ello hay una razón adicional, hacer recaer sobre personas que no han tenido la culpa de algo, la obligación de repararlo, es casi una definición de injusticia. Por tanto, cualquier gobierno que obligue a pagar los platos rotos a personas que no los han roto, estará haciendo lo posible para que los ciudadanos dejen de confiar en él.
   Frente a los dos factores que menciona Cicerón, la comunicación es algo menos relevante para generar confianza, sin dejar de ser importante. Al hablar de comunicación referida a la confianza, de lo que se está hablando no es tanto del contenido de esa comunicación. Más importante es cuándo y la forma en que se haga. La comunicación debe ser frecuente y detallada, la univocidad del mensaje debe ser absolutamente patente, por más que adquiera diferentes expresiones y matices, y, por encima de todo, debe ser un camino de ida y vuelta, es decir, se deben admitir preguntas y sugerencias. Observados estos preceptos, que, efectivamente, se esté contando todo lo que se puede contar o no, resulta poco importante, de hecho no es necesario. Una persona que, como todos nosotros, necesita confiar, ni puede ni, probablemente, quiere, tener toda la información. Como decía uno de los mayores teóricos de la confianza, William Godwin, en su Enquiry Concerning Political Justice and Its Influence on Morals and Happines de 1793, un cierto grado de ignorancia es fundamental para que exista confianza en un gobierno.
   ¿Qué ocurrirá si un presidente del gobierno hace declaraciones cada vez que hay eclipse de luna, si no admite preguntas en sus intervenciones, si los ministros se creen tan listos que sonríen con suficiencia ante cualquier propuesta, si un banco quiebra y en el plazo de una semana se dan tres cifras distintas para nacionalizarlo sin nacionalizarlo, si cada ministro, cada secretario general, cada subsecretario y hasta cada diputado del partido del gobierno dice una cosa distinta a cada momento, si hoy se afirma lo contrario de mañana que, en cualquier caso, resultará lo contrario de lo que se hace, si se habla de un rescate exigido mientras se deja constancia escrita de que se suplicó? Muy fácil, un gobierno de esa naturaleza sólo podrá conducir al país cuyos destino rija al más oscuro de los abismos, porque sus ciudadanos, sus aliados internacionales y los merkados, dejarán rápidamente de confiar en él.

lunes, 21 de mayo de 2012

¿Falta sensatez o falta vergüenza?

   Se está discutiendo mucho acerca de si esta es una crisis financiera o fiscal, de si demuestra el predominio de los mercados o de la democracia, de si estamos ante una crisis más o ante el inicio de una nueva época. Para mí, la cuestión, la gran cuestión que se está dilucidando en este momento, es si lo que más escasea entre la clase política en el poder es la sensatez o la vergüenza.
   Veamos, desde que Tales de Mileto abrió los ojos al cielo estrellado, Grecia ha sido siempre un ejemplo para el resto del mundo, ejemplo en el sentido de que se podía aprender mucho de ella. La semana pasada pudimos ver cómo los políticos del país heleno lo arrojaban por el precipicio por un quitáme de ahí esa poltrona. En lugar de preocuparse por el desastre que significaba acudir a unas nuevas elecciones, su principal preocupación ha sido cuántos diputados iban a obtener en ella. Frente a semejante interés ¿qué importancia podía tener lo demás? Entre otras razones para esta actitud está el que gobernar en medio de la bancarrota es mucho más fácil si uno está particularmente falto de inteligencia y/o vergüenza. En un país mucho más joven, Argentina, comenzaron a salir de la crisis del “corralito” el día en que los ciudadanos asaltaron la Casa Rosada y De la Rúa y buena parte de la clase política que ascendió con él, tuvo que salir por piernas (cargados de billetes, eso sí). Tras él vino una generación de políticos quizás no mejor ni peor, pero sí capaz de tener un ojo puesto en la calle mientras el otro controlaba los juegos de salón. En España estamos lejos de tener una clase política de esa naturaleza. Aquí lo más importante son los jueguecitos de despacho y las colas para recoger comida en Cáritas son despachadas con una sonrisa autosuficiente. Este gobierno, que va camino de convertirse en el peor que hemos tenido desde la llegada de la democracia (¡ahí es nada!), no deja pasar día sin demostrarnos hasta qué punto es ajeno a la desesperación en que está cayendo la ciudadanía y resulta muy difícil decidir si este desprecio a la calle se debe a falta de vergüenza o de inteligencia.
   Hace una semana, las manifestaciones para conmemorar el nacimiento del 15-M, semilegales, como no podía ser de otra manera, estuvieron rodeadas por un fuerte dispositivo de policías preparados para la tercera guerra mundial. Está claro que los ciudadanos sólo pueden ser rehenes de unos y otros en forma de números de una estadística. En cuanto pretenden hacer algo más que dejarse abducir por televisión, se los encarcela. Y es que, ahora que se va a tener mano blanda con los terroristas, es necesario endurecerla con quienes no están dispuestos a optar por la violencia por mucho que el gobierno los incite a ello. No de otra manera cabe entender los cambios en la legislación que equiparan la resistencia pasiva con el atentado contra la autoridad. De un modo nada disimulado se nos anima a cargar contra los policías, pues la pena que nos puede caer por ello será la misma que la que nos ganaremos por resistirnos pasivamente. Lo cierto es que la legislación es tan disparatada que, de acuerdo con ella, esta insinuación por parte del gobierno debería acarrearle a todos sus miembros pena de cárcel, por lo que volvemos, nuevamente, a la cuestión de la inteligencia y la vergüenza.
   Una vez zarandeados los ciudadanos, magullados algunos perroflautas por hacer gala de verdades como puños y disueltas las acampadas de quienes no tienen vivienda, quedaba la segunda parte, mofarse de ellos. Nadie mejor que el Sr. Wert para cumplir esta misión. En una entrevista televisada, a la pregunta del presentador de si no se sentía mal por ser el ministro peor valorado del gobierno (y no se sabe qué es más sorprendente si esa pregunta por parte de un vocero oficial o conseguir tal calificación entre una caterva de pésimos ministros), respondió algo así como que su hermano estaba extrañado de que él, el Sr. Wert, que lloraba en sus tiempos de estudiante por sacar un notable, ahora se mostrase la mar de ufano con semejante valoración. Mientras el ministro reía su astuta autoalabanza, el espectador medio comprendía lo que el hermano no pudo (está claro que la falta de luces es congénita): está tan tranquilo porque ahora tiene asegurada una pensión millonaria y vitalicia.
   Y, después de todo esto, lo importante, gobernar, es decir, prolongar las intrigas de palacio. En el consejo de política autonómica, las cuentas presentadas por el gobierno andaluz, fueron rechazadas de entrada sin mayor problema. Al fin y al cabo, son poco más del 13% de las cuentas públicas y con el país bajo una prima de riesgo cercana a medio punto sobre el bono alemán, sólo era un suicidio no aprobarlas. Afortunadamente, intervino el consejero económico catalán, en una demostración más del alto sentido de responsabilidad de Estado de los nacionalistas catalanes, dicho de otro modo, en una demostración más de que el nacionalismo español y los nacionalismos periféricos, en realidad, siempre actúan con un guión pactado. Los técnicos, esos políticos de segunda fila cuya función principal es acompañar siempre al ministro para que no se quede solo (porque cuando un ministro se queda solo la lía, es decir, tiene ideas), estos técnicos, decía el consejero catalán, estaban allí, ¿por qué no trataban de llegar a un acuerdo? Lo lograron en sólo una hora. La diferencia, la diferencia real, la diferencia entre dar la excusa perfecta para un incendio generalizado o apagar la cerilla, era de unos 200 millones (algo así como el 0,62% del total). Pero para eso están De Guindos y el propio Rajoy, para destrozar todo lo que Montoro no logra reventar.
   Vamos a ver, ¿a qué cabeza de chorlito se le puede ocurrir que, precisamente en este momento, lo mejor que se puede hacer es criticar al gobernador del Banco de España? ¿De verdad es el mejor momento para demostrar los desacuerdos internos que existen en la supervisión de las entidades financieras? ¿Le daría Ud. un crédito a una empresa cuyos dos socios principales están peleados? Pues buena parte de los miembros del partido gobernante piensan que sí. “Son tontos”, pensarán Uds. No está tan claro. El Banco de España lleva más de una década clamando en el desierto contra las arriesgadas maniobras del las cajas en el mercado inmobiliario, mientras los políticos las empujaban cada vez con mayor ahínco, a comer tanto ladrillo como abarcaran sus fauces. Y ahora, ahora que han reventado de tanto tragar, el culpable resulta ser... quien advirtió de la catástrofe. Está claro que Esperanza Aguirre, quien forzó todos los chanchullos imaginables para no perder la mayoría en el consejo cuando la entidad se tambaleaba, que Rodrigo Rato, que, aparte de forrarse el riñón, ha hecho menos por su barco que el capitán del Costa Concordia, y el propio consejo de Bankia, lleno de gente nombrada a dedo por el PP, no han tenido culpa de nada, la culpa ha sido del supervisor. ¿De verdad estas excusas son debidas únicamente a la estupidez? Pero ¿por qué conformarse con desautorizar al gobernador del banco de España? ¿no sería mucho más desastroso entregar sus funciones a gestores privados y al Banco Central Europeo? De ese modo, quedamos intervenidos desde ya, anulando cualquier margen de maniobra que nos pudiera quedar. Y, lo más divertido, mientras se les hace entrega de las llaves del país, ministro de economía y presidente de gobierno, andan preguntando, cual Pepe Isbert en Bienvenido Mr. Marshall, si los que están ya pilotando la nave van a venir en algún momento a rescatarnos.
   A estas alturas ya resulta difícil responder a la cuestión de si nos gobierna una general falta de inteligencia o de vergüenza, pero la cosa empeora cuando uno se asoma a los gobiernos autonómicos. En una entrevista en El país, el consejero económico de Murcia, un chico joven, que llegará lejos, sin duda, aseveraba que no merecía la pena intentar averiguar cómo hemos llegado a esta situación. Desde luego a él no le merece la pena ya que ha llegado. A los demás, que si lo hiciéramos descubriríamos hasta qué punto todo lo que está ocurriendo es responsabilidad exclusiva de nuestro políticos, no sé. Y, para rematarlo, está el gobierno andaluz, ¿recuerdan? ése al que todos los trabajadores de Europa estaban mirando. Se les deben haber caído los clisos. Primera medida: reducción del sueldo de los “trabajadores públicos” (no se va a especificar cuántos son empleados públicos y cuántos funcionarios, no vaya a acabar descubriéndose el gran secreto de Estado, a saber, cuántas empresas públicas hay, a qué se dedican y cómo están sus cuentas), mileurización de los interinos, recortes sociales generalizados... Los que anteayer defendían las redistribución de la riqueza han aclarado, una vez llegados a la poltrona, que se referían a la riqueza de los asalariados, porque los ricos de verdad, ya se sabe, son poderosos y mejor no importunarlos con la milonga de la justicia social. Eso sí, ellos también se recortan sus salarios, pero no un 30% como la izquierda francesa, no, un 5%, no vaya a ser que los tachen de radicales. Naturalmente, todo esto se hace “por imperativo legal”, aunque también porque “otra política económica es posible”... con otros gobernantes, claro.

domingo, 1 de abril de 2012

ZP como problema

   Si recuerdan, el que ahora es nuestro amadissimo presidente de gobierno, Don Naniano Rajoy, decía hace unos meses que el problema que tenía España era Zapatero. La solución a todos los males era, pues, darle la patada por su incompetencia. Un día después de que el Sr. Rajoy llegase al cargo de presidente del gobierno, todas nuestras cuitas desaparecerían como por ensalmo. Ahora que ya es presidente y que los problemas, lejos de desaparecer, parecen agravarse (nuestra prima riesgo evoluciona peor que la de Italia), sería conveniente comenzar a preguntarse qué ha pasado. Y la respuesta es muy simple. El desastre provocado por el Sr. Zapatero se debió, en buena medida, a que vivió durante ocho años en un país estupendo y multicolor que, para nada, era el país en el que vivíamos el resto de los mortales. La cuestión está en que, con su llegada a La Moncloa, el propio Rajoy parece haber entrado en ese país tan poco real. Dicho de otro modo, el Sr. Rajoy ha demostrado estar tan alejado de la realidad como lo estaba el Sr. Zapatero, así que no hay que ser muy inteligente para concluir que vamos de cabeza a un desastre corregido y aumentado. Felipe González tardó trece años en tirar por el retrete la confianza que los ciudadanos habían depositado en él, Aznar ocho, Zapatero seis, Rajoy cien días. Mucha gente, incluso de derechas, me habla de maravillas de Felipe González, pero fue él quien se encargó de hacer posible que Aznar llegara al poder. Y de Aznar se podrá decir lo que se quiera, pero hizo posible que Zapatero llegara al poder. Y Zapatero le puso en bandeja La Moncloa a Rajoy. Y, de seguir por este camino, Rajoy va a lograr que nuestro próximo presidente del gobierno sea una versión cutre de Torrente, el brazo tonto de la ley.
   Como ya he explicado, entra dentro de lo normal que los españoles nos llevemos chascos con las alemanas. También es comprensible que si uno es un político español, es decir, si no habla otro idioma que el español, cuando nos dicen: “presente Ud. las cuentas y después ya hablaremos de flexibilizar el objetivo de déficit público”, alguien, medianamente despistado, entienda que el están dando la razón. Lo que ya no es normal, ni comprensible, ni aceptable es que se ponga sobre el tapete un déficit público del 5,3% sin haber consultado con nadie en Bruselas la posibilidad de que esa propuesta pudiese no ser aceptada y es directamente de tontos no haber tenido un plan B diferente de decir: “¡Ah! Bueno, vale”.
   En fin, un mal día lo tiene cualquiera. Mosquear a nuestros socios europeos, que se están tragando ranas y sapos para mantenernos a flote, no está muy bien, pero pase. Lo que ocurre es que los miembros de este gobierno parecen levantarse cada mañana pensando a quién más pueden mosquear. Primero se ignora a los sindicatos, haciendo como que no existen. Después se le advierte a los banqueros que de beneficios nada, todo para aprovisionar pérdidas. A continuación se elevan los impuestos a los empresarios. Finalmente, se les planta una reforma laboral a los trabajadores y vuelta a empezar con el círculo del mosqueo. Entre medias, algún ocurrendo de Ruiz Gallardón sobre el aborto o un par de astillitas en el camino de los opositores por parte del Sr. Wert. Pero la palma, es, sin duda, para el señor De Guindos. Parece llevar tatuada en su amplia frente el lema: “esto es España y aquí hay que sufrir”. Siempre que no tiene una mala noticia que transmitir, advierte que lo peor aún no ha llegado y que recortar, hay que seguir recortando. Vamos a ver. Imaginemos que yo tengo diez euros en el banco y que un día sí y otro también, oigo a mi ministro de economía decirme que siga haciéndome agujeros en el cinturón, ¿qué haré con esos diez euros? ¿saldré a gastármelos o los dejaré a buen recaudo por si los necesito? Y si todo el mundo hace lo mismo ¿cómo demonios se va a reactivar la economía? Yo no digo que las medidas más duras haya que mantenerlas en secreto, pero alguien con un poco de conocimientos de lo que significa la expresión “política comunicativa”, tendría que ponerle una mordaza al Sr. De Guindos. Ahí es nada decirle a los empresarios que se les va a subir los impuestos en el mismo consejo de ministros en el que se aprueba... ¡una amnistía fiscal! Que bueno, que vale, que a lo mejor hay que hacerla, lo que clama al cielo es que se apele, como fundamentos para hacerla, a una recomendación de la OCDE y al precedente del gobierno ¡¡de Berlusconi!! Como todo el mundo sabe la OCDE es famosa por fallar más que una escopeta de feria en sus predicciones económicas y éste es un ejemplo palmario. ¿Que se va a recaudar cuánto? Si yo fuera un empresario al que le van a subir los impuestos, el viernes por la tarde estaría llamando a mi asesor fiscal para preguntarle cómo puedo llevarme el dinero a Suiza. Al fin y al cabo, dentro de diez años o así me lo van a regularizar... Y en cuanto a Berlusconi, quizás el Sr. Rajoy todavía no se ha enterado cómo terminó, ya sabemos que él sólo ve en los telediarios las noticias deportivas.
   No obstante, hay que ser justos, este gobierno mosquea a todos por igual, pertenezcan a su partido o no. Que se lo digan al Sr. Arenas. Este pobre hombre lleva 16 años intentando pillar un carguito en Andalucía y cuando ya parecía que lo tenía hecho, han venido sus colegas de partido a “echarle una mano”. Con tantos ministros pinchando al primero que se colocase a tiro, tantos anuncios de lo que iba a ocurrir el 30 de marzo y tantos silencios del propio Arenas, al final el gobierno del PP ha conseguido crear un  problema de insospechadas consecuencias donde había un triunfo histórico. El Sr. Griñán se ha salido con la suya y podrá gobernar (es un decir) en coalición con IU. Savater recordaba que, según los griegos, cuando los dioses querían fastidiarnos, nos concedían, exactamente, lo que con más frecuencia les pedíamos. Eso mismo puede pasarle al Sr. Griñán. IU debería exigir, entre otras cosas, el 25% de las consejerías, incluyendo la de Agricultura. El problema para el Sr. Griñán es que, como él anda diciendo desde las generales, Andalucía vota mayoritariamente a la izquierda. A la izquierda, izquierda. Tan a la izquierda que ya veremos si ha votado al PSOE. Quienes se van a repartir las consejerías no son socialdemócratas y, ni siquiera, “progresistas”. La cabeza de cartel de esta IU que ha doblado el número de escaños en el parlamente autonómico es gente del PCE y del Sindicato de Obreros del Campo, gente que lleva años ocupando fincas sin labrar y exigiendo su reparto entre los jornaleros. El próximo consejero de agricultura puede ser Sánchez Gordillo que, como alcalde del cantón independiente de Marinaleda, expropió hasta la señal de Canal+. El Sr. Arenas haría bien en no preparar las maletas de vuelta a Madrid demasiado pronto. Es bastante probable que el PSOE descubra, una vez más, que se lleva mejor con los que ganaron la guerra civil que con la izquierda de verdad..
   Pero la cuestión no para aquí. La coalición entre IU y PSOE en Andalucía puede hacer palanca en Extremadura e incluso en Asturias. El PSOE ha comenzado a ver brotes verdes antes de atravesar su particular desierto y al gobierno, literalmente, le han crecido los enanos. De hecho, le han crecido por millares, todos esos que participaron en la huelga general y en las manifestaciones subsiguientes. De pronto, el Sr. Rajoy ha descubierto que el cheque en blanco que le firmaron en noviembre carece de fondos y que le quedan tres años y medio, larguísimos, en los que tendrá que hacer lo último que tenía intención de hacer una vez llegase al gobierno, gobernar.
   No, Zapatero no era el problema. Zapatero era parte del problema. La otra parte está ahora ocupando el cargo que él ocupó.

jueves, 8 de marzo de 2012

Ciberterrorismo

   El famoso baby-boom que siguió a la Segunda Guerra Mundial, pobló Occidente de una generación de jóvenes que tuvo fácil el acceso a la Universidad. Estos jóvenes salieron suficientemente preparados a un mundo que, en realidad, no los esperaba en absoluto. Pocas empresas pensaron en ellos como compradores potenciales, pese a su incipiente poder adquisitivo. Tampoco tenían esperanzas de un fácil acceso al mercado laboral y, políticamente, nadie se rebajaba a hacer campaña entre barbilampiños. Rápidamente llegaron a la conclusión de que si el mundo no estaba hecho para ellos, tendrían que cambiarlo. Por si fuera poco, esta toma de conciencia acompañó al deseo de los trabajadores de la época de ser tenidos en cuenta por el sistema capitalista como algo más que productores. La conjunción de ambos desajustes vino acompañada en los años sesenta del siglo pasado por otra serie de bloqueos sociales y políticos peculiares de cada país. Italia, por ejemplo, votaba mayoritariamente al Partido Comunista pero, por los acuerdos de Yalta, pertenecía al bloque capitalista, de modo que el resto de partidos se coaligaba para excluir al partido más votado del poder. Otro tanto cabe decir de Grecia. En Alemania, los mismos jueces que aplicaron las leyes racistas del régimen nazi, administraban las leyes emanadas de la democracia. La población católica de Irlanda del Norte vivía una suerte de apartheid por parte de los protestantes y, en España, el estado de excepción y los abusos policiales indiscriminados, acompañaron la vida cotidiana de los ciudadanos vascos hasta más allá de la Transición.
   En un principio, el malestar social de los años sesenta, condujo a huelgas y manifestaciones de todo tipo. Pero es un fenómeno bien conocido que cuando este tipo de protestas populares van perdiendo fuelle, se radicalizan cada vez más, quedando, finalmente, en manos de grupúsculos violentos. La no menos violenta represión policial condujo en multitud de países a la creación de lo que Martha Crenshaw llamaba una "cultura de la violencia", en la que los movimientos terroristas, que asolaron los años setenta, encontraron propicio caldo de cultivo. Así nacieron ETA, la última versión del IRA, la RAF, las Brigate Rosse, etc.
   Probablemente, el desapego de los ciudadanos por su clase política es hoy mayor que en los años sesenta. El 15-M es un buen ejemplo de ello. Resulta difícil mostrar apego por unos políticos que en mayo del año pasado decían que los jóvenes saldrían de las plazas públicas si se les diera trabajo y hoy, teniendo sólo que ofrecerles tasas cada vez mayores de paro, los etiquetan como "el enemigo". Las protestas de la Grecia actual recuerdan mucho aquélla primera época de huelgas y manifestaciones de los sesenta. Tampoco el manejo de las mismas está resultado muy inteligente. En España, la policía se ha empleado contra los jóvenes como si les hubiesen prometido reintegrarles el dinero que les han recortado a todos aquellos que rompieran sus porras en la espalda de algún adolescente. Después, nuestro queridísssimo presidente del gobierno, D. Naniano Rajoy, pidió a los manifestantes que mostraran responsabilidad en sus protestas contra la irresponsabilidad de los políticos. Un lema de una manifestación posterior contra la brutalidad policial fue: "somos el pueblo, no el enemigo". Más pronto que tarde, alguien abandonará la inocencia de tal proclama para sacar su consecuencia lógica: vosotros sois los enemigos... del pueblo.
   ¿Significa todo esto que estamos a las puertas de una nueva oleada terrorista? Más aún, ¿forma parte de la misma el ciberterrorismo que se atribuye a grupos como Anonymous? Desde luego, resulta difícil imaginar a estos jóvenes atados a su Blackberry® e incapaces de abandonar su cuenta de Twitter en la clandestinidad que exigen los movimientos terroristas. Por contra, no hay que ser muy perspicaz para imaginarlos detrás de un ataque de denegación de servicio mientras parlotean con sus amigos en el parque. Ahora bien, ¿puede calificarse el hackivismo o, directamente, los ataques atribuidos a Anonymous o Luzlec como ciberterrorismo? Los Estados ya han respondido a esta cuestión.
   Si se analiza fríamente, la respuesta de los sucesivos gobiernos a los movimientos terroristas, siempre parece sobredimensionada. A lo largo de más de cuarenta años, ETA mató unas ochocientas persona, algo así como la mitad de los muertos en carretera el año pasado. ¿Se ha dedicado ochenta veces más dinero, tiempo y personal a mejorar nuestra red de carreteras que a luchar contra ETA? Pues bien, tras la detención (otra vez) de la supuesta cúpula en España de Anonymous, un alto cargo policial declaraba que su desarticulación había costado muchas horas por parte de mucho personal especializado. Es curioso, si alguien publica mis datos personales en la red, a mí me costará considerable tiempo y dinero conseguir, a lo sumo, que esos datos sean descolgados. Ahora bien, si soy un actor que ha puesto su granito de arena en la defensa de la "pobre" industria cultural, la policía, de motu propio, me ahorrará ese esfuerzo y, además, detendrá a los culpables. ¿No se trata, también, de una reacción sobredimensionada?
   Pese a tantas analogías, la respuesta a la cuestión de si Anonymous es un movimiento ciberterrorista, debe ser respondida negativamente. Hace unos cuantos años propuse que la mejor manera de definir el terrorismo era hacer caso de lo que se dice en ese subgénero de literatura fantástica que son los documentos y panfletos de los movimientos terroristas. En no pocos de ellos se afirma que han cometido tal o cual atentado contra este o aquel símbolo de la postergación de los vascos, de la opresión, del capital, etc. La propia víctima era recubierta con todo tipo de simbolismos, tachándolo de "esbirro del capital", "miembro de las fuerzas de ocupación" o, más simplemente, "perro". En base a ello cabía decir que terroristas son todos aquellos que atentan contra símbolos.
   ¿Lanzar un ataque de denegación de servicio contra la página de PayPal es atentar contra un símbolo? ¿Es la página web de PayPal un símbolo de PayPal o, más bien, PayPal misma? ¿Es una página web un símbolo? En general, toda empresa que se precie trata su página web como parte integrante de su imagen corporativa y hacer sinónimos símbolo e imagen es una bonita manera de liar las cosas, pero tiene poco que ver con el comportamiento que desarrollamos respecto de unos y otras. Acaso, se puede acusar a Anonymous de iconoclastas, si bien de un tipo muy concreto pues no tratan de destruir todas las imágenes, sino algunas muy particulares. Aunque, quizás, el calificativo que mejor cuadra con lo que hace es el de ciberguerrilleros, y no el de ciberterroristas.
   Y, sin embargo, sí estamos asistiendo a claros ejemplos de ciberterrorismo, aunque de dirección diametralmente opuesta. El brutal encarcelamiento del soldado Manning, el precioso montaje sexual contra Julian Assange, el propio cierre de Megaupload y la detención de sus propietarios, tienen mucho de castigo ejemplarizante contra algo terriblemente peligroso para los poderes establecidos, que iba tomando cuerpo en Internet. La situación actual de estos personajes se debe, precisamente, al hecho de haberse convertido en símbolos de ese algo. Todavía más claro, cuando el FBI asaltó la página de Rojadirecta, difícilmente pudieron pensar que estaban acabando con semejante fenómeno. Fue, a todas luces, una acción simbólica, para señalar quién era el enemigo a batir y cuál iba a ser a partir de entonces su estrategia en defensa de la sacrosanta industria audiovisual. Efectivamente, estamos viviendo los primeros pasos de un nuevo terrorismo, un nuevo terrorismo que no se ampara en las manifestaciones populares, sino que va directamente contra ellas, porque no es otra cosa que ciberterrorismo de Estado.

domingo, 26 de febrero de 2012

Una de héroes

   Decía un compañero de profesión, que siempre hay que criticar a quienes están en el poder. Es cierto, que el ejercicio del poder, más allá de la colaboración habitual con el estado de cosas que todos efectuamos, tiende a convertirlo en obviedad difícilmente refutable. También es cierto que no hay ejercicio del poder sin coacción, es más, la propia definición de poder contradice el que cada cual pueda hacer lo que su libre juicio le indique (suponiendo, claro está, que hayamos llegado a ese estadio en el que los seres humanos tengan, por fin, un juicio verdaderamente libre). No obstante, siempre he pensado que se debe establecer una distinción entre quienes hacen todo lo posible por mantener el deleznable estado de cosas existente y quienes hacen todo lo posible porque el estado de cosas sea aún más deleznable. Y aquí quisiera también marcar ciertas distancias respecto de los profetas del consabido "cuanto peor, mejor". Es éste un lema muy socorrido entre toda clase de izquierdistas desde que Marx propuso aquella disparatada idea de que los capitalistas irían comiéndose unos a otros, hasta que al final quedasen tan pocos que ya no podrían parar a los hambrientos del mundo (como si entre los capitalistas no hubiese también solidaridad de clase cuando se trata de combatir a otra clase). Más de uno y más de dos, se han puesto a hacer todo lo posible porque el capitalismo triunfe, a la espera de que los pobres a quienes divisan a través de la ventanilla de sus coches de lujo, acaben por hacer realidad el deseo que, supuestamente, anida en lo más profundo de sus corazones. Mientras tanto, por si ese día se dilata, añaden ceros a sus cuentas corrientes, pues es la mejor manera de acelerar el fin de las cuentas corrientes. Lo descabellado de semejante estrategia puede seguirse en los regueros de sangre de movimientos terroristas como ETA, que siempre buscó la represión salvaje e indiscriminada de la población vasca para así ver aumentadas sus huestes.
   Por todo ello, creo que se merecen una mención aquéllos que, pese a ejercer el poder sin muchos miramientos, procuran que el sufrimiento no se generalice más de lo necesario. Entre estos héroes de los últimos meses, que lo son, no por salvar a nadie, sino por impedir que haya más gente a la que sea necesario salvar, hay que mencionar, en primer lugar, al Presidente del Banco Central, D. Mario Draghi. Que Draghi podía ayudar a solucionar la crisis europea, era un secreto a voces bastante antes de ser elegido para el cargo. Al fin y al cabo, trabajó para el banco que la creó, asesorando al gobierno griego sobre cómo ocultar su monumental déficit. Nada más llegado, convirtió lo que el bueno de Trichet y Frau Nein Merkel habían insistido en que era imposible, en norma. Básicamente, utilizó un truco muy conocido y, por otra parte, muy habitual entre los políticos, para solucionar un problema: pegárselo por detrás a otro.
   Si había una crisis financiera derivada de que los bancos no obtenían crédito y si había una crisis en la deuda pública derivada de que nadie quería comprarla, la solución era darle crédito a los bancos a cambio de que comprasen deuda pública. Esto obliga a la banca a remar en la misma dirección que los gobiernos si quieren seguir a flote y, en teoría, les otorga, además, pingües beneficios que, supuestamente, deben servir para tapar sus vergüenzas y, en última instancia, reactivar el crédito a los particulares. La verdad es que esta parte no está funcionando demasiado bien por varios motivos. Primero porque los bancos prefieren seguir jugando a ruletas financieras antes que prestar su dinero a la gente. Segundo porque, como quizás sospechan los bancos, lo que el ciudadano de a pie necesita no son nuevos créditos, sino encontrar la manera de pagar los que ya contrajo en su día. El Banco Central Europeo haría mejor permitiendo acceder a la barra libre a los ciudadanos europeos y no a sus bancos, pero claro, esto ya sería demasiado para Frau Nein, el Banco y Draghi. En todo caso, su iniciativa ha salvado los muebles de una Europa a la que muchos auguraban que no llegaría a comerse las uvas. La cuestión está en hasta cuándo va a durar todo esto. Los problemas que se pegan por detrás a otros, las típicas soluciones de los políticos, más pronto que tarde acaban por generar problemas aún más gordos y habrá que ver si el Sr. Draghi se da cuenta de ello o, simplemente, dejará el asunto en manos de su sucesor.
   Otro Mario que merece ser mencionado es el Primer Ministro italiano, el Sr. Monti. La verdad es que lo suyo entra en otra categoría, que no la de héroe, pero sobre el trasfondo de los gobiernos de Berlusconi, este señor hasta parece un buen gobernante. No lo es, aunque, al menos, gobierna. Triste destino el de un país, en el que parece que lo hace bien alguien a quien no ha elegido el pueblo. El Sr. Monti, no actúa de cara a sus cadenas de televisión, ni a los votantes y ni siquiera a Europa. Sabe que sólo la historia podrá juzgarle y como tal se comporta. Eso tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Toma decisiones impopulares, si bien necesarias, y actúa con independencia. Eso sí, con frecuencia, adopta el tono de abuelete tratando de convencer a sus nietos para que se porten bien sin necesidad de castigarlos. El que un funcionario en edad de jubilación, le diga a los jóvenes que deben olvidarse de tener un trabajo para toda su vida, es digno de que lo cuelguen por los meñiques. Pero ese Monti es inseparable del que escribe panfletos incitando a la sublevación contra los Merkel, Schäuble y Sarkozy. Y aquí es donde aparece un nuevo e insospechado héroe.
   Adivinen quién ha firmado una carta en la que se afirma que son los bancos y no los ciudadanos los que deben pagar los platos rotos de los años de despilfarro. Es inútil, nunca lo adivinarían, nuestro amadisssimo y queridisssimo Sr. Presidente del Gobierno, D. Naniano Rajoy. Sí, sí, el mismo que ha permitido que le aprueben la reforma laboral del "te despido porque sí", el mismo que asegura que el 30 de marzo tendremos que cogerle dobladillo a nuestros pantalones de lo recortaditos que nos vamos a quedar. ¿Cómo es posible? En realidad es fácil de entender. Al Sr. Rajoy le ha pasado lo mismo que a muchísimos españoles con su primera alemana, han ido a por lana y han salido trasquilados. Y es que a todos nos ha pasado alguna vez. Cuando dejamos atrás nuestras fronteras, no sé por qué, nos da por creernos eso de que somos auténticos latin lovers en cuyos brazos las nórdicas caerán extasiadas en cuanto les soltemos alguna ocurrencia. Después pasa lo que pasa. Estamos acostumbrados a las españolas, que parecen la torre de control de un aeropuerto. A poco que te fijes, una española, te va diciendo con sus miradas y su lenguaje corporal si vas bien, si te estás desviando de la trayectoria o si, simplemente, está ahí para marearte un poco. Llega uno en plan rompecorazones con las alemanas y se encuentra con mujeres tan expresivas como una pared, que te dicen con la misma cara de palo "te quiero" o "me das asco". El resultado es que, si te descuidas consigues una colección de calabazas como para abastecer todo el Halloween del pueblo.
   El Sr. Rajoy pensaba que con una caída de reforma laboral, un sólido discurso de neocon de bien y su gracejo natural, derretiría a Frau Merkel y podría llevarla al huerto donde las horas se hacen días y los días semanas de aplazada reducción del déficit. Pero héteme aquí que Frau Nein, por supuesto, sin mover una pestaña, dijo... "Nein". Como buen español en esta tesitura, el Sr. Rajoy se puso hecho un basilisco, soltando pestes de los difuntos de todas las alemanas que hay sobre la tierra y en esto que pasaba por allí Monti pidiendo firmas...
   En fin, que si Draghi, Monti y Rajoy parecen héroes salvíficos de los pobres ciudadanos de nuestra querida Europa, apañados vamos.

domingo, 19 de febrero de 2012

Los idus de marzo

   Los idus de marzo es una película de George Clooney en la que se relata la cara oculta de cualquier político, por renovador que pueda parecer. Antes de eso, los idus hacían referencia a los días de buen augurio que, según los romanos, tenían todos los meses. Los de marzo se hicieron famosos porque favorecieron a los asesinos de Julio César, consiguiendo su objetivo en el año 44 a. C. Unos dos mil años más tarde, los del corriente 2.012, parecen también unos idus difíciles de interpretar y uno no sabe bien si los buenos augurios iluminarán a quienes están en el poder o a quienes aspiran a ello. Dicen los videntes que quien debe tener cuidado es nuestro pequeño Julio César andaluz, a quien desean apuñalar tantos de sus correligionarios que, casi mejor, van cogiendo número. "Lo habrá hecho mal", pensarán Uds. ¡Hombre! Muy bien, muy bien no lo ha hecho, pero, como siempre, la cuestión no es la capacidad real del personaje para tomar decisiones adecuadas. Normalmente se trata de su acierto o no para rodearse de las personas más capacitadas. Resulta muy claro que el Sr. Griñán, no ha tenido mucha fortuna. Su mano derecha, la Señora Díaz, ha resultado ser una pirómana metida a bombero y de ahí para abajo, hasta llegar al último mentecato nombrado a dedo para repartir a su antojo 647 millones de euros, las cosas casi que van a peor. Eso explica el aspecto que luce nuestro particular Bruto. Hace ya semanas que el Sr. Arenas apenas sonríe. Está empezando a temer que, esta vez, va a ser verdad que le toca gobernar y ya veremos si eso le resulta tan divertido como hacer oposición.
   Pero, como siempre en política, lo malo no es que maten a César, lo malo es lo que viene detrás. Según sus asesinos, César fue acuchillado, en nombre de la libertad, por tirano. Lo cierto es que su muerte abrió las puertas al gobierno de Augusto que, tras la apariencia de un Estado republicano y el rechazo del cargo de dictador (porque sus poderes le parecían escasos), acabó siendo nombrado emperador y dios, nada menos. Son múltiples las voces que indican que tras la histórica victoria del PP en Andalucía, nuestro amadisssimo presidente, el Sr. Naniano Rajoy, jugará con el mapa de España de un modo parecido a como lo hacía Chaplin con el globo terráqueo en El gran dictador. Otros señalan, por contra, que lo único que pretende hacer con este país es un inmenso recortable.
   Si he de decirles la verdad, yo no tengo ningún miedo. Aquel día en que el Sr. Zapatero se acostó socialdemócrata y se levantó neoliberal rabioso, pues claro, cogió las tijeras y se lió a dar cortes por donde primero le pareció. Pero el actual gobierno del PP llevará a finales de marzo casi seis meses en el cargo. Ha tenido tiempo de sobra para encargar a una agencia de evaluación, interna o externa, un análisis de los gastos del Estado, ha tenido tiempo de sobra para pedir a cada departamento un estudio de las partidas en las que se puede ahorrar, ha tenido tiempo en abundancia para realizar un seguimiento de las políticas en ejecución y la eficacia de la que han gozado hasta el momento (como han hecho siempre todos los gobiernos, pues lo contrario, sería una irresponsabilidad). Aún más, ha podido contemplar, desde la oposición y desde el gobierno, la evolución de las economías en las que se han practicado recortes indiscriminados y el sorprendente (para algunos tontainas neoliberales con másteres en economía) crecimiento de los índices económicos en los EEUU que, pese a un déficit desbocado, se niega a seguir recortando. No me cabe, pues, el más mínimo género de dudas de que los recortes que se van a efectuar, afectarán a todas las partidas que son síntomas inequívocos de despilfarro y que, ahorrando cantidades brutales de dinero, para nada van a afectar a las prestaciones que se ofrecen a los ciudadanos o al poder adquisitivo de ese importante sector de la población activa que son los funcionarios.
   Que es fácil recortar sin causar el menor sufrimiento social es evidente. En el propio gobierno conocen el modo. La "ley del despido porque sí", también conocida como "reforma laboral", lo señalaba claramente al hacerse extensible a las empresas públicas. Una empresa pública es esa empresa de la que Ud. no sabe ni el nombre, que se sostiene con fondos públicos pues, habitualmente, sus pérdidas son astronómicas, que el gobierno de turno dice que es fundamental y cuyos despachos están ocupados por políticos en situación de retiro (dorado). Yo no digo que tales empresas no deban existir. Lo que sí me parece a mí (revolucionariamente) lógico es que los despachos de tales empresas estén ocupados por personas capaces de optimizar el servicio público que supuestamente prestan y no por amigotes. La verdad, parece sospechoso, por decirlo de un modo muy suave, que un gobierno autonómico diga, pongamos por caso, que existen unas cien empresas públicas en esa comunidad y que Hacienda asegure tener constancia de más de trescientas. ¿Tan poco públicas son esas empresas que nadie conoce siquiera su número exacto?
   Naturalmente las empresas públicas no son la única fuente de ahorro. Hay muchas otras extremadamente fáciles de detectar. Basta con hacerse algunas preguntas inocentes de este tipo: ¿cuántos tratamientos médicos introducidos en los últimos quince años han demostrado tener una eficacia comparable o inferior a tratamientos más antiguos y baratos? ¿cuántos contratos de suministro de la administración están sobredimensionados? ¿cuántas nuevas tecnologías introducidas en la enseñanza no justifican su coste teniendo en cuenta su utilización real? Yo iría, incluso, un poco más allá. Puesto que, en este país, cualquier investigador que se precie acaba o en el extranjero o dejando la investigación, ¿para qué continuar financiando un programa de Formación de Personal Investigador que, para lo único que sirve, es para ilusionar, inútilmente, a nuestros mejores expedientes académicos? Está muy bien que inventen ellos, pero no con personal formado por nosotros. Todavía más, si, con el presupuesto que se avecina, los laboratorios sólo van a poder comprar un botijo y a plazos, mejor no tengamos laboratorios. Dado que no somos lo suficientemente inteligentes como para adoptar una política de Estado relativa a las inversiones en investigación, al menos, seamos sinceros.
   En fin, son todas éstas, ideas que se me ocurren a mí que soy medio tonto y pobre ignorante de los asuntos de gobierno. Estoy seguro que a las brillantes mentes que, como no puede ser de otra manera, conforman el gobierno de la nación y actúan con vistas al interés general, habrán tenido ideas mucho mejores para ahorrar, a la vez, dinero y sufrimiento social. Por tanto, no hay motivo alguno para temer a los idus de marzo... ¿o sí?

domingo, 25 de diciembre de 2011

Sí, Sres. ministros

   Hubo una época en que TVE emitía series de la BBC. Así llegaron hasta nosotros Yo, Claudio o la desternillante Sí, Sr. Ministro. Esta última contaba la historia de James Hacker, un político tontorrón y engreído, que alcanzaba el cargo de ministro. En Inglaterra, inmediatamente por debajo del ministro, hay un Secretario Permanente, esto es, un funcionario nombrado por la reina. A nuestro protagonista le caía en suerte el taimado Sir Humphrey Appleby, cuyo lema era que a los ministros no se los puede dejar solos porque tienen ideas. Hacker, en efecto, tenía numerosos ocurrendos que el alto funcionario trataba en todo momento de frustrar. Al final de cada episodio, solían llegar a un "compromiso", una solución tan equilibrada como disparatada. Entre las risas, se podía adivinar el funcionamiento real de un gobierno. Recuerdo esta serie cada vez que se nombra un nuevo ministro.
   Como cabía esperar, los nombramientos de Don Naniano Rajoy han dado lugar a pocas sorpresas. Desde el principio ha quedado claro que los elegidos serían miembros de la "derecha civilizada" o "europea", esa derecha estupenda para un país porque obliga a la izquierda a hacer algo más que enseñar dóbermans en sus campañas electorales. Además, pertenecen casi todos al círculo íntimo del líder. Es éste un arma de doble filo. La ventaja de un gobierno cohesionado es que responderá al unísono, el inconveniente es que si uno de sus elementos resulta erosionado, el gobierno en su totalidad se tambalea. Basta con que uno de los miembros del gobierno sea cuestionado para que el propio líder pierda credibilidad. Y aquí es donde entra en juego Ruiz-Gallardón.
   Los jugadores de ataque del fútbol americano suelen llevar colgada del pantalón una toalla. Su función esencial es actuar como señuelo. Con frecuencia, cuando un defensa está desesperado por agarrar al delantero, echa mano de lo primero que se mueve, esto es, de la toalla. Ésta se desprende sin dificultad y el defensa se queda con la toalla en la mano y cara de tonto. El segundo que tarda en darse cuenta de que ha caído en la trampa, es el que aprovecha el atacante para sacar una ventaja definitiva. Ruiz-Gallardón es el señuelo. Se espera de él que se mueva, que haga cosas y atraiga la mayoría de las críticas (al menos, de dentro del partido).
   Pero el nombramiento que todo el mundo esperaba era el correspondiente al Ministerio de Economía. Su titular, ya veremos por cuánto tiempo, es Luis de Guindos. Tengo noticias de que es una persona brillante, capaz de explicar las ideas de otro como si fuesen revelaciones propias y de convencer a todo el mundo con sus explicaciones. Otra cosa es que aquello de lo que va a tratar de convencernos tenga fundamentos para ser convincente. Ya ha advertido que no viene a cosechar aplausos y es cierto, trae dos ideas muy claras en mente: hay que reestructurar el sector financiero y hay que llevar a cabo una reforma laboral (de hecho, cualquier reforma laboral con tal de que sea) bastante dura. Vayamos por partes. La reestructuración del sector financiero que tiene en mente pasa porque los bancos y cajas cuantifiquen, por fin, sus pérdidas reales debidas a esta crisis. Una vez hecho esto, mediante fusiones o intervenciones, se sanearían las entidades insolventes y redimensionarían las solventes. Es una buena idea. Tan buena que deberían llevarla a cabo todos nuestros socios europeos, empezando por nuestro líder financiero, Alemania. Porque si no lo hacemos todos, corremos el riesgo de que, al final, bancos (alemanes) podridos hasta el tuétano acaben comprando entidades (españolas) sanas y eso no puede ser bueno para nadie.
   Una reforma laboral es necesaria para afrontar un futuro mejor, siempre ha sido necesaria y siempre lo será. Llevo treinta años oyendo hablar de reformas laborales. Las he vivido por consenso e impuestas, grandes y pequeñas, sectoriales y generales, reformas laborales al limón, a la naranja y a la malvasía. Todas ellas han terminado de la misma manera, generando un crecimiento moderado del empleo cuando las cosas iban bien y paro a raudales en cuanto las cosas se torcían lo más mínimo. ¿Cuántas reformas laborales más vamos a necesitar? Veamos, Grecia es un país con una economía en coma, su déficit público va camino del 127% del PIB y su deuda pública alcanza el 165% del PIB, tasa de paro: 16%. España no es Grecia. Nuestro déficit público estará algo por encima de 6% y nuestra deuda pública en torno al 66%, tasa de paro: ¡¡22%!! Crear empleo parece cosa fácil: empeoremos nuestras cifras macroeconómicas.
   ¿Todavía necesitamos abaratar más el despido? Semejante dislate se asienta en un sofisma ubicuo. Se argumenta, por ejemplo, que la pena de muerte disuade a los asesinos y, del mismo modo, se pretende que el cálculo de cuánto costaría despedir a los empleados disuade a los empresarios de contratarlos. Si de verdad los seres humanos pensásemos en las consecuencias últimas de nuestros actos antes de llevarlos a cabo, simplemente no habría delitos (ni matrimonios). Si los empresarios, antes de contratar a alguien, calculasen el coste de despedirlo, jamás contratarían a nadie. Los seres humanos somos muy malos calculando a largo plazo así que, habitualmente, no lo hacemos. Desde luego, el Sr. de Guindos no es una excepción a este respecto. Al menos no lo hizo mientras estuvo en Lehman Brothers. Y ahora les propongo un acertijo, se trata de averiguar cuántos antiguos miembros de la división europea del quebrado banco, detonante de la crisis actual, encabezan instituciones que dicen conocer las fórmulas para sacarnos de ella.
   En cualquier caso, lo peor que se puede decir del Sr. de Guindos no es que, por acción u omisión, perteneciera al selecto grupo de los que precipitaron esta crisis. Lo peor que podemos decir de él es todo lo bueno que ya hemos dicho. La verdad es que no está ahí para tener ideas ni para promover reformas, está ahí para explicar los planteamientos de otro. Sin Hacienda, la cartera de Economía es una pistola sin balas. De Guindos es el portavoz y, por tanto, el parachoques, de Montoro que es quien de verdad va a trazar las grandes líneas de la nueva política económica. Esta bicefalia en una época tan delicada puede ser nefasta.
   De este primer gobierno de Don Naniano se puede extraer aún otra enseñanza muy clara. Para ser profesor de latín se debe haber estudiado latín, para ser camionero hay que saberse el código de la circulación, para tener una tienda hay que saber vender, pero, ¿qué hay que saber para ser ministro? Pues pregúntenselo a la Sra. Pastor. Ha sido ministra de Sanidad y ahora lo es de Fomento. Caben dos posibilidades. Una es que lo que pedía Platón, que los reyes fueran sabios o los sabios reyes, ya se haya cumplido. La otra es que, para ser ministro, en realidad, no hace falta saber de nada, como le ocurría a James Hacker.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Bienvenido Mr. Rajoy

   Como profesor, me acompaña siempre el miedo de no haber sido entendido plenamente. Es pura deformación profesional, pues, en realidad, nunca nos entendemos plenamente. Nuestro flamante presidente, el Sr. Naniano Rajoy, me parece alguien tan capacitado como los anteriores para el cargo que va a ocupar. Por lo que sé de él, cuando no tiene que ejercer de Mariano Rajoy, es un tipo campechano, que odia la arrogancia y tan alejado del ideario de Intereconomía como se puede estar sin dejar de ser de derechas. Siempre que lo han dejado hacer las cosas a su manera, y no ha tenido más remedio que hacer algo, ha dado muestras de cuál es su verdadero talante. Ahí están Soraya Sáez de Santamaría y María Dolores Cospedal para confirmarlo. Ambas son mujeres, detalle éste que a mí personalmente no me dice nada pero que, según parece, hay que señalar para resaltar los méritos de ciertas personas. La primera casada por lo civil y la segunda madre soltera por inseminación artificial. Cuando las nombró se había corrido por el PP la especie de que a Rajoy había que darle cuerda para que se ahorcase él mismo. Más de un barón regional sonrió con suficiencia cuando ambas alcanzaron sus respectivos cargos. Con el paso del tiempo, la sonrisa se ha helado en sus rostros.
   Don Naniano Rajoy es, pues, ese político de derechas "europea" o "civilizada" que tanto decían la gente del PSOE ansiar ver en su rival directo. Es bueno que en un país exista una derecha bien preparada, espolea a la izquierda a hacerlo mejor y la política entra en un círculos virtuoso enormemente productivo. Al fin, las aspiraciones del PSOE se han colmado. Sí, ya sé, que muchos en el PSOE y, todavía más, a su izquierda, ven a ese político de derechas europeo que tenía que venir en Ruiz Gallardón. Es un juicio que no comparto en absoluto. Ruiz Gallardón no es un político de derechas, es un político del Opus Dei. Se lo puede encontrar en la cola de un teatro donde se representa una obra experimental, seguro que tiene un buen repertorio de chistes verdes y que es capaz de dar excelentes consejos para ligarse a los más espectaculares pivones. No hay que dejarse engañar. Con la misma convicción defenderá que los homosexuales están enfermos, que el aborto es pecado y que el cilicio es lo mejor que se ha inventado después de la bicicleta. No, la derecha "europea" no está ahí. Pero esta afirmación, que podría considerarse un importante tributo a un político de derechas, es el origen de mis reparos.
   Antes que "europeo", "civilizado" o de derechas, el Sr. Naniano Rajoy es gallego, de esos a los que retrata perfectamente el tópico diciendo que no se sabe muy bien si suben o bajan una escalera. Podría haberse ganado un buen dinero como don Trancredo en las fiestas taurinas de los pueblos españoles si semejante lance siguiera existiendo. Un ejemplo de lo que va a ser la tónica de este mandato se ha podido observar estos días. Hasta Frau Merkel lo ha llamado ya para exigirle el nombre de un ministro de economía al que dictarle la tarea. Cuentan que, lejos de ceder, nuestro presidente llegó a preguntarle tres veces "¿por qué?" Es esta naturaleza tan gallega, tan esquiva a los grandes gestos o las grande frases, tan suya, la que convenció durante muchos años a los grandes barones de que era incapaz de manejar el partido y que podían hacer lo que quisieran sin contar con él. En su círculo íntimo saben que sus silencios, su mutismo, su inacción, es, en realidad, el principio mismo de su energía. Y si no me creen, ahí tienen a Francisco Camps. Sin decirle sí ni no, sin decir, en realidad, nada de nada, simplemente, esperando, acabó por apearlo de su cargo. Aquí hay otro serio problema para Don Naniano, su círculo íntimo. No es que sea malo, ni formado por personas incapaces, es que es un círculo y realmente íntimo. Tener que mandar a María Dolores Cospedal a Castilla la Mancha sin que dejara su cargo orgánico en el partido, fue todo un síntoma. En su partido son multitud los que siguen pensando que Mariano Rajoy es un líder temporal, el tonto que se va a llevar todos los tortazos que esta crisis le va a exigir, para darle la patada a continuación. Pocos son los que le auguran realmente un futuro prometedor a dos años vistas. La última crisis en el gobierno de Madrid, lo muestra bien a las claras. Esperanza Aguirre quiere llegar fuerte al congreso extraordinario de febrero y no es la única. Más allá de las fotos, más allá de los abrazos y los cantos áulicos al líder, quien más y quien menos, va a ir cogiendo posiciones para que el relevo de Don Naniano no le pille desprevenido.
   Aunque, efectivamente, el Sr. Rajoy viniera dispuesto a hacer algo, aunque su partido estuviese dispuesto a secundarle, la propia etiqueta de "derecha europea" lo descalifica como alguien capaz de sacar al país de la crisis. Lo descalifica por la parte de "derecha". No hay más que ver sus primeros pasos. Se ha entrevistado con el presidente del BBVA, de La Caixa, de Bankia, vamos, con la gente de la calle. Le habrán contado aquello de lo que todos hablamos cuando nos reunimos a tomar café: las dificultades para llegar a final de mes, la cantidad de recursos que se está llevando nuestra hipoteca, en fin, ya saben, habrá tenido con ellos una conversación entre currantes. Es fácil imaginar qué le habrán pedido, lo que Uds. y yo le pediríamos si nos dejara hablar con él: que le robe más dinero de sus pensiones a las viejecitas para que se lo dé a las pobres instituciones financieras. Desde diferentes sitios le están llegando mensajes muy claros, soluciones prefrabricadas, excelentes respuestas a problemas que no son los que hay planteados. Un perfecto ejemplo lo dio hace poco un alto cargo de la FAES: "la mejor política social es crear empleo", dijo. Sin duda es la mejor política social que se le puede ocurrir a alguien que no visita un barrio obrero desde hace décadas. ¿Ésa es la política social que se le va a ofrecer a un joven que viva con su abuelo, pensionista, porque sus padres están en la cárcel por traficar con drogas y que quiera ir a la universidad? ¿y en qué consiste? ¿en apartarlo de ella a cambio de un contrato temporal para trabajar 45 horas a la semana por 500 € mensuales?
   Lo de "europea" es peor. Ahí tienen a Frau Merkel, engatusando a Sarkozy y Monti con su danza de los siete velos, aseverando que los eurobonos taparían a los culpables de la crisis, mientras los verdaderos culpables de la crisis, las entidades financieras, especialmente las alemanas, se esconden tras los velos de su bienamada canciller. 48.000 millones de euros, decía Herr Schäuble que costaría a los alemanes los eurobonos. Esta semana los mercados han empezado a sumar dos más dos: si el 80% de las exportaciones alemanas va a países en aguda crisis económica, ¿qué clase de valor refugio son los bonos alemanes? Si Alemania sigue llevando a Europa por el camino que va, la debacle será tan gigantesca que los 48.000 millones de Herr Schäuble parecerán calderilla. En fin, ojalá me equivoque y el Sr. Rajoy pase a la historia como el hombre que el país necesitaba en este momento. Suelo equivocarme con frecuencia. Dije que la solución a lo problemas de Europa eran los eurobonos y con la deriva que han tomado los acontecimientos por culpa de la derecha europea, ni siquiera los eurobonos pueden salvarnos ya.